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Opinión | La tortuga

Cortesía


‎Por: Francisco Delascio Chitty

‎No me referiré a la isla La Tortuga, Dependencia Federal venezolana “donde se planea un macrocomplejo hotelero” , cuyo zootopónimo se origina por las tortugas que han utilizado dicha ínsula como área de anidación y eclosión, mucho antes de las incursiones de amerindios, seguidos por la expoliación de europeos,  angloamericanos e incluso de conterráneos venezolanos, sobre sus elementos bióticos y abióticos: aves, peces, tortugas, huevos, sal, guano (excremento de aves marinas usado como fertilizante y componente de la pólvora).

‎Tortuga, proviene del latín “tártaruchus”, demonio, habitante del tártaro (infierno, abismo profundo), pues creían que ellas, al emerger del agua o del fango, procedían de ese inframundo. Son reptiles que conforman la superfamilia Cheloniidae, que incluyen a las tortugas marinas. Según evidencia fósil, ellas, aparecieron en el Mesozoico (145 millones de años) representada por Archelon ischyrus, con 4.6 m de long y 2700 kg de peso; en Venezuela, una de las más arcaicas fue Bairdemys thalassica del Mioceno (23 millones de años).

‎Las tortugas son ectotérmicas, de respiración pulmonar, durante sus inmersiones disminuyen su necesidad de oxígeno, reduciendo el metabolismo y ritmo cardíaco, aguantan hasta una hora ejecutando sus actividades cotidianas y permanecer sumergidas siete horas descansando o durmiendo. Gracias a su forma hidrodinámica, alcanzan hasta 70 km/hora. 

‎Las extremidades están transformadas en aletas, las anteriores para la propulsión al nadar, en los machos le sirven también para abrazar a las hembras cuando copulan; las posteriores actúan como timón en sus movimientos natatorios, además les permite a las hembras desplazarse y excavar en la arena. Su cabeza es robusta, ojos con pupilas circulares que evocan al de las aves. En su caja craneana presentan glándulas secretoras de sal para la osmorregulación, dando la impresión de que lloran o lagrimean; pueden escuchar sonidos de baja frecuencia.

‎La madurez sexual la alcanzan entre los 15-30 años, permanecen reproductivas unos diez años; llegan a recorrer hasta 10 mil  km hacia las playas de  anidación donde depositan sus huevos en una fosa excavada en la arena que luego de taparlos y una incubación entre 16-70 días, los tortuguillos con un estilete en su nariz (diente de huevo) rompen la cáscara liberándose y buscan el mar; las hembras suelen volver a su playa de nacimiento para desovar, utilizando el campo magnético de la Tierra para orientarse, percibir la luz y oscuridad para hallar la playa.

‎El calor de la arena, determina el sexo de sus embriones, temperaturas por encima de los 31 °C producen un mayor número de hembras y por debajo de 27 °C tienden a producir machos. Mundialmente, existen siete especies distribuidas en dos familias, unas con caparazón coriáceo y otras con caparazón óseo, todas ellas presentes en Venezuela.

‎La Cardón o la Laúd (Dermochelys coriácea) es la más grande con 600 kgs y 1.8 m de long. Estos apacibles animales viven flotando en el agua, amodorradamente, cazando medusas, crustáceos, peces, consumiendo algas y fanerógamas marinas.

‎Desgraciadamente, están en peligro crítico de extinción, por la modificación de sus playas de anidación, depredación de sus conchas, carnes, huevos, aceite y cambio climático. Al parecer el afán lucrativo del “hombre” en estos tiempos pudiera superar el evento catastrófico del período Cretácico, que borró innumerables especies en el planeta azul (Tierra).

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