Diversos estudios científicos han confirmado que una alimentación rica en vitaminas y minerales específicos puede favorecer significativamente el rendimiento cerebral y la memoria, especialmente en etapas de desarrollo y envejecimiento. Elementos como los ácidos grasos omega 3, las vitaminas del grupo B, C y E, los antioxidantes, flavonoides, colina y triptófano, desempeñan funciones clave en la salud neurológica.
Vitamina B: energía y agudeza mental
Las vitaminas del complejo B son reconocidas por mejorar la energía, la atención y la agudeza mental. En particular, la vitamina B6 ayuda a reducir la fatiga y mantener el bienestar físico y mental, mientras que la B1 y B12 contribuyen al funcionamiento normal del sistema nervioso. El ácido fólico (B9) es esencial en la síntesis de aminoácidos y formación del tejido nervioso. Su déficit se asocia con problemas de desarrollo infantil. Espinacas, legumbres y lentejas son fuentes naturales recomendadas.
Vitamina C: protección antioxidante
La vitamina C se concentra en el cerebro, especialmente en la glándula pituitaria. Es fundamental para la síntesis de dopamina y la protección contra el estrés oxidativo. Dado que no se almacena en el cuerpo, se recomienda su consumo diario a través de alimentos como brócoli, coliflor, naranjas, mandarinas y fresas.
Calcio: mensajero neuronal
Este mineral esencial regula la neurotransmisión y la excitabilidad nerviosa. Su presencia es vital para el funcionamiento cerebral. Leche, yogur, queso y espinacas son fuentes comunes. La deficiencia de calcio puede contribuir al deterioro cognitivo y a trastornos del desarrollo.
Magnesio y zinc: aliados neurológicos
El magnesio facilita la activación de las vitaminas B, mientras que el zinc está vinculado a la prevención de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer. Ambos minerales son fundamentales para el equilibrio químico del cerebro.
Energía cerebral: una demanda constante
Aunque el cerebro representa solo el 2 % del peso corporal, consume cerca del 20 % de la energía total del organismo. Su demanda de glucosa es elevada, al llegar a requerir hasta el 50 % de la energía derivada de los hidratos de carbono consumidos diariamente.
Esta información refuerza la importancia de una dieta balanceada como herramienta preventiva y promotora de la salud mental, especialmente en poblaciones vulnerables como niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.
Con información Agencias.-
