Cada 28 de diciembre, el mundo hispanohablante se detiene para celebrar una de las fechas más singulares de su calendario: el Día de los Santos Inocentes.
Esta jornada, única en el año por permitir que el buen humor sea la norma social, representa una fascinante amalgama de tradición religiosa, raíces paganas y una evolución cultural que sobrevive al paso del tiempo.
Un origen entre la fe y el debate histórico
La conmemoración tiene sus raíces en el relato bíblico del Evangelio de San Mateo, que narra la matanza de los niños menores de dos años en Belén por orden del rey Herodes. Sin embargo, más allá de la solemnidad religiosa, la historia ha sido objeto de debate entre teólogos e historiadores debido a las discrepancias cronológicas con el reinado de Herodes, lo que ha permitido que la fecha adquiera nuevas capas de significado con el paso de los siglos.
De la liturgia al caos: La herencia de la «Fiesta de los Locos»
La transformación de un evento trágico en una jornada festiva se gestó durante la Edad Media. Influenciada por las Saturnales romanas y la Fiesta de los Locos, la celebración permitía la inversión de jerarquías y el desafío al orden establecido.
El «Obispillo»: En catedrales y monasterios, los monaguillos elegían a uno de los suyos para parodiar la liturgia.
Inversión de roles: Durante siglos, estas prácticas de resistencia cultural sobrevivieron a los intentos de censura eclesiástica, evolucionando hasta las bromas que conocemos hoy.
Una tradición global con distintos calendarios
Aunque el 28 de diciembre es la fecha clave en Iberoamérica y España, el espíritu de la «inocentada» es universal. En otros países se celebra el April Fool’s Day (1 de abril), una tradición nacida en 1582 tras el cambio al calendario gregoriano en Francia, donde quienes se resistían al cambio de fecha del Año Nuevo eran objeto de burlas (los famosos Poissons d’avril).
El humor como patrimonio cultural
A pesar de que la costumbre de los medios de comunicación de publicar noticias ficticias ha disminuido en la era de la desinformación digital, el espíritu lúdico permanece intacto en las calles y hogares.
»Estas fechas nos recuerdan que el humor es una forma de resistencia y memoria. Reírnos, incluso de nosotros mismos, es una herramienta poderosa para celebrar nuestra cultura», destacan expertos en tradiciones populares.
El Día de los Santos Inocentes sigue siendo un recordatorio de que, incluso en la seriedad de la vida cotidiana, el caos controlado y la risa compartida son esenciales para la cohesión social.
Con información de agencias
