Un titiritero Sirio intenta devolver la sonrisa a niños en medio de la guerra

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Walid Abu Rashid camina entre los escombros de Saraqib, al sur de Idlib, con una tabla de madera a la espalda y una bolsa repleta de marionetas mientras un grupo de niños esperan ansiosos su nuevo espectáculo en esta zona de Siria diezmada por el yihadismo.

Con su teatro ambulante, este artista de 26 años intenta devolver la sonrisa a los niños de Saraqib, una ciudad en la provincia de Idlib, dominada por los yihadistas.

Después de la escuela, los pequeños se reúnen entre las ruinas para asistir, maravillados, a la instalación del teatro. Los niños sonríen y aplauden, mientras Walid, con una peluca amarilla, anuncia el comienzo del primer acto. 

El espectáculo, lleno de humor, cuenta una cautivadora epopeya entre un león y un ratón.

“¡Qué dulce es vivir en paz y amor!”, cantan los niños al unísono al ritmo de los movimientos de los guiñoles. Sus voces cubren las de las marionetas, que son difundidas por un altavoz conectado al teléfono móvil de Walid.

Entre el público, Malak, de diez años, dice que ha disfrutado de este inusual momento de diversión.

“Las obras (de Walid) nos hacen reír y aplaudir sistemáticamente, y nos hacen olvidar los bombardeos y el miedo”, cuenta.

Incesantes bombardeos del régimen sirio y de su aliado ruso cayeron entre abril y agosto sobre la provincia de Idlib y las zonas de las provincias vecinas de Alepo, Hama y de Latakia, provocando cerca de un millar de muertos y más de 400.000 desplazados, según la ONU.

Una tregua anunciada a finales de agosto por Rusia restableció una precaria calma en la región, donde continuaron los bombardeos esporádicos.

– ‘Caravana mágica’ –

Al principio, Walid formaba parte de una tropa llamada “caravana mágica”, que daba espectáculos para los niños desescolarizados de los campos de desplazados en la frontera con Turquía. 

Pero el grupo se separó finalmente tras la muerte en 2014 de su fundador, Kassem Hamad, en un bombardeo del régimen sirio en Saraqib.

El joven artista decidió entonces ofrecer un primer espectáculo en solitario, en un campo de desplazados del norte de Latakia.

“No pude retener mis lágrimas cuando oí el largo aplauso al final del espectáculo”, relata. “Decidí continuar actuando en cada lugar de Siria al que pudiera llegar”, añade.

Walid gesta así la idea de crear un espectáculo ambulante de marionetas.

Antes del inicio de la guerra en 2011, el joven soñaba con estudiar en el Instituto Superior de Arte Dramático en Damasco, la escuela más prestigiosa del país, e iniciar una carrera artística. “En 2011, recibí el premio a mejor actor de teatro en Idlib”, recuerda con nostalgia.

“Pero decidí apoyar la revolución y unirme a los manifestantes”, dice, en referencia a las manifestaciones prodemocracia cuya represión desencadenó la guerra que ocho años después ha dejado ya más de 370.000 muertos.

“El teatro no puede enviar un mensaje bajo un régimen represivo”, afirma el artista.

panorama.com

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