sábado, junio 15, 2024

El Turquito Miguel un emprendedor de Guasipati que dejó una huella imborrable

Miguel Joaquín Ramos Hernández (Miguelucho) nació en Guasipati, estado Bolívar, el 23 de abril 1906 y murió 2 de febrero 1986 en su población natal. Hijo del inmigrante libanés Shimon Chihane (Simón Ramos) y de la guasipatense Ana Josefa Hernández. Es el cuarto de los hijos de Simón. Sus hermanos dos de ellos nacidos en el Líbano Wakim Shimon y Antonio; mientras que Angel, y Flor de María (Chucha) Juan y Antonia nacieron en Venezuela.

Miguel siempre fue conocido como el turquito Miguel o Miguelucho, llevó siempre la herencia de su padre, un inmigrante libanés de esos que comenzaron a llegar a finales del siglo XIX.

“Los turquitos”, como se les llamó a estos inmigrantes del Medio Oriente, fueron en su mayoría libaneses, seguidos de los palestinos y por último los sirios. Adquirieron este apodo porque para escapar del Imperio Otomano, tenían que realizarle cambios a sus documentos de modo que quedara su nacionalidad como turca.

“El Turquito Miguel” se caracterizó por ser cariñoso, afectuoso, gentil, cortés, agradable, servicial, afable, incluso con los niños se mostraba gracioso, risueño y muy generoso, para todos había un caramelo, una manzana, una pera.

Cualidades todas ellas heredadas por sus hijos que siempre han estado atentos a brindar atención y respeto sobre todo a los menos aptos, desvalidos, y necesitados.

En su matrimonio con Carmen Méndez tuvo 7 hijos: Ana, Miguel, Amanda, Lubia, Miguelina, Sobella y Zenahil

Miguelucho se dedicó al comercio desde temprana edad y así mantuvo su bodega hasta pocos años antes de morir. La Bodega de Miguelucho quedaba en la esquina entre las calles Libertad y Sucre, justo al frente de la casa de la familia Rivas.

El olor a tabaco y las maderas añejadas por el humo de los puros, el piso curado con gasoil daban un olor agradable y característico a la bodega de Miguelucho. Era el olor a la bodega de pueblo, una pulpería donde conseguías de todo, desde el pan colombiano, el queso de mano y hasta una manzana.

Su nieta Luvia Ramos le recuerda de esta manera “Mi abuelo fue un comerciante con muchas imaginación, esa estrategia de mercado, de premiar a los niños que visitaban su negocio es una de las cosas que me encantan, y que le gustaba tocar cuatro, acompañado de su popularidad, como hombre de familia y de respeto. Lo extraño un mundo”

Luvia lo describe muy bien. “Mi abuelo Miguelucho, mi Popi, fue un gran emprendedor en Guasipati, este hombre sembró una gran admiración y respeto por su familia en toda la comunidad. Quién de su época no recuerda la famosa ñapa, su estrategia de mercado de premiar a sus clientes más pequeños, un caramelo siempre hacía feliz a los niños, es un ejemplo de que llevaba en su sangre la herencia de un comerciante, ese era el turquito Miguel”.
Fue miembro de la Masonería local, llegando a ocupar por 3 ocasiones el grado de Venerable y su dedicación lo llevó hasta el Grado 33.
Otra de sus cualidades empíricas muy bien ejecutada era tocar el cuatro y cantar.

“Formó una familia de hombres y mujeres profesionales. Hoy en día sus hijos se encuentran en diversas latitudes del planeta, todos con una maravillosa vida, gracias a sus esfuerzos junto a su compañera de vida, los que desde la eternidad ven con agrado los buenos frutos dejados en esta tierra. ¡Que bueno y mágico fue Dios por permitirnos conocer la historia de gente que dejan huella positiva, como ejemplo de que Guasipati tiene historia y gente buena!”.

Redacción/GB

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