Una amenaza invisible

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Cada vez hay más información acerca de cómo cuidar nuestro cuerpo y las formas de cómo mantenerlo sano. La página web Mujerhoy es una de las tantas fuentes que comparte conocimientos relacionados a este tema, como lo es: la microbiota intestinal, en otras palabras, conjunto de microorganismos cuya interacción ayuda con el cumplimiento de funciones nutricionales. 

Mujerhoy, en su artículo, señala que los nuevos estudios revelan que patologías crónicas, como la diabetes, los trastornos cardiovasculares, la depresión o las enfermedades de Alzheimer y Parkinson, tienen que ver tanto con la disbiosis como con la permeabilidad del recubrimiento intestinal. También recalcan el hecho de que las toxinas producidas por ciertos microorganismos pueden colarse por las paredes intestinales y penetrar en la corriente sanguínea. Acarreando consecuencias como que el sistema inmunitario interpreta esas toxinas como una amenaza, lo que desencadena una respuesta inflamatoria de bajo grado, pero nefasta a largo plazo. Tales como como resistencia a la insulina, la obesidad, el síndrome metabólico, el deterioro arterial, la depresión, las demencias y otras enfermedades.

Asimismo expresan que existe una salida a todo esto: las dietas pobres en harinas refinadas, azúcares añadidos y grasos inflamatorios ayudan a reducir la producción de toxinas. Aunque puede que el problema tenga diferentes causas (también puede tener que ver con nuestra propia composición bacteriana intestinal, nuestras pautas de sueño y nuestra actividad física) sí se sabe que una dieta y un estilo de vida saludables evitan la inflamación de bajo grado.

Otro factor a tomar en cuenta es el modo en que nacemos, este influye en nuestra microbiota intestinal. Por ejemplo, se ha comprobado que la microbiota de los bebés que nacen por cesárea es más parecida a los microbios de la piel de la madre. En cambio, la de los que nacen por vía vaginal es más parecida a la vaginal, en la que domina el beneficioso Lactobacillus.

Cabe destacar que los recién nacidos no solo recolectan microbios de sus madres, sino de cualquier persona o cosa con la que entran en contacto: comadrona, médico, personal sanitario, padre, familiares y el resto de visitas.

De igual manera influye que el niño haya sido amamantado con leche materna o con leche artificial. Se sabe que la leche materna actúa como un prebiótico, que ayuda al desarrollo de bifidobacterias en el intestino del bebé. Convirtiéndose en una auténtica relación simbiótica que, a lo largo de millones de años, ha evolucionado para hacer al bebé más saludable y estimular sus defensas desde el momento de su nacimiento.

De esta manera,  se te recuerda lo valioso de mantenerte informado acerca de tu propio organismo y cada elemento que lo conforma y mejor aún si es de fuente profesional.     

Redacción E/A

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