Las populares bodegas en los barrios de la ciudad más allá de ser simples establecimientos representan “la salvación” para las amas de casa que en determinado momento se quedan sin algún producto esencial en la cocina. Durante años las bodeguitas han formado parte de la tradición y el corazón de muchas comunidades. Pequeños comercios que se convirtieron para sus dueños en sus principales fuentes de ingresos, representando la estabilidad económica para el sustento de sus familias.
Sin embargo, en los últimos meses, quizás años, este tipo de negocio que a simple vista parecía rentable ahora muestra un nuevo rostro marcado, en muchos casos, por falta de abastecimiento y por precios elevados que han mermado las ventas o como dicen los consumidores, “precios que nos han corrido”.
La realidad para los dueños de estas bodegas es una lucha diaria entre mantenerse en una economía fluctuante signada por el aumento diario del valor de Dólar ante el Bolívar lo que lleva a aumentar los precios constantemente y la pérdida del poder adquisitivo por parte de los “clientes del barrio”, quienes prefieren ir a los mercados municipales para hacerse de los productos de la cesta básica a mejores precios.
Refrescos y chucherías: La salvación
Ante este contexto, aunque algunos han preferido cerrar sus negocios y dedicarse a otras labores, también han surgido otras alternativas para los bodegueros que no desmayan en la lucha por mantenerse a flote. Tal es el caso del señor Carlos Rodríguez, quien tiene con su negocio varios años y hoy lo mantiene gracias a las ventas de refrescos, helados, golosinas y loterías.
“Anteriormente la prioridad era vender alimentos, pero ahora la gente solo compra lo indispensable y en pequeñas cantidades. Cuando algo se les acaba en casa y no queda de otra que ir a la bodega. Si no fuera por los refrescos, los dulces y la venta de lotería de animalitos, que son productos que se venden a diario y tienen un margen de ganancia bueno, ya habría cerrado”, detalló el pequeño comerciante.
Cuando se habla de precios de los productos de primera necesidad en las bodeguitas y se comparan a nivel de costo con los de los mercados municipales, se nota la diferencia. Por ejemplo, un kilo de harina de maíz precocido se puede hallar hasta en 1.90$ dólares en una bodega, mientras que en el mercado hay más variedad se puede conseguir un kilo de harina en entre 1 y 1.5$.
“La semana pasada la harina estaba en 330 bolívares, hoy ya cuesta Bs.450; la harina de trigo pasó de Bs. 300 a más de 420 bolívares. Y así ocurre con los demás rubros. Entendemos todo el esfuerzo que hacen los bodegueros para adquirir sus productos, trasladarlos y sacar sus ganancias, pero esos precios alejan a los clientes. Tiene que ser algo muy urgente para que yo compre en una bodega”, dijo Luisa Marcano, consumidora entrevistada.
Usuarios: Antes podías hacer mercado y pedir fiao en la bodega
Otros consumidores consultados, recordaban otros tiempos cuando hasta se daban el lujo de hacer mercado en la bodega o cuando podían ir a pedir fiao y pagar con la quincena o el sueldo semanal.
“El bodeguero siempre era sinónimo de ser el empresario del barrio, el que te daba el fiao, que te solucionaba. Lamentablemente, vivimos una realidad que nos afecta a todos. He visto personas peleando con los dueños de las bodegas por los altos precios, pero, en mi caso, me limito a entender todos los contextos y buscar la alternativa que mejor me resulte”, agregó José Durán.
Las bodegas del barrio, hoy en día, pasaron de ser tradición a convertirse en emblemas de resistencia y lucha constante, enfrentando desafíos que han llevado a sus dueños a reinventarse para evitar desaparecer en medio de las dificultades y continuar confiando en que todo pasa.
“Yo sigo optimista, pensando en que mientras pueda seguiré luchando porque este negocio ha sido y seguirá siendo el sustento de mi familia, y si mañana me toca inventar otra cosa para continuar a flote, tenga la seguridad de que lo haré”, concluyó Carlos Rodríguez.
Gledis Bonilla
