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viernes, diciembre 5, 2025

105 años de tradición: La familia Yánez y los Caballitos de San Juan

***Una historia de amor y tradición detrás de cada colorido retazo de tela

Cada 24 de junio las calles de la ciudad se llenan de colorido, alegría y la magia de Los Caballitos de San Juan. Una tradición cultural que fue declarada en el año 2015 como Bien de Interés Patrimonial de la nación.

Muchas historias existen detrás de esos caballitos hechos con retazos de tela. Una de ellas es la de la familia Yánez, que cumple 105 años con este legado que inició Catalina Yánez y que sigue vivo como sinónimo de unión y orgullo bolivarense, pasando ya por tres generaciones.

Ana Carlota Yánez, hija de Catalina, relata con orgullo y nostalgia cómo su madre inició esta arraigada tradición, que tiene su origen en la época del gobierno de Juan Vicente Gómez y que rendía tributo a su pasión por los caballos.

Una tradición de 105 años

Doña Catalina comenzó a elaborar sus caballitos en el año 1920. Tradición que luego heredó su hija Carlota, quien hoy la sigue manteniendo junto a Edixse, su único hijo.

Todo inició como una forma para poder distraer a sus 17 hijos. “No había para comprar juguetes para todos, y era con eso que nos entreteníamos”.

Comenzó a hacerlos en su casa en el Casco Histórico, luego en la plaza Centurión que, en ese entonces, era la plaza del convento, y allí a la vista de todos los hizo y la gente comenzó a comprarlos.

La casa de Catalina era el punto de referencia por excelencia para conseguir el tan buscado caballito. Su precio era un medio o un real.

El caballito artesanal y el juego tradicional

El caballo tradicional es pequeño, hecho de retazos de tela, con ropa vieja y tiras de múltiples colores. Nada ostentoso, ni perfectamente elaborado.

“Para hacerlo primero se corta la cabecita, se cosen las crines, se pone el bozal, los ojitos, las orejas, se lleva al palo y se le colocan las riendas. Luego se le ponen las flores que le guindan a los lados”.

Para Carlota, los caballitos son sinónimo de ternura. “Es algo que no me cabe en el corazón, por eso me da tristeza cuando me desprecian los caballos, pero sé que es por desconocimiento de la verdadera tradición y de todas las personas que lo han hecho”.

Pero, la tradición no solo consiste en elaborarlo, también se juega con el caballo.

“En la época de mi madre, después de comprar el caballo se organizaban grupos de los diferentes sectores para iniciar el juego. Se reunían los grupos de la plaza Centurión, La Alameda y Perro Seco. Subían a la plaza Miranda. Allí estaba el cuartel-decía mamá- si había un militar de alto rango le cantaban el San Juan”, narra Carlota.

Continúa contando que, luego sacudían el palo y cantaban: San Juan, San Juan, San Juan. “Hasta que salía Juan y les lanzaba monedas. Y un capataz, el que iba adelante, tenía una pequeña busakita para depositar todo lo que se recogía”.

El recorrido continuaba en la Gobernación, luego a las casas tesadas (o ricas) y más tarde iban a encontrarse con otros grupos a las casas de los barrios en la búsqueda de las Juanas, para seguir cantando hasta que Juana salía a darles monedas, dulces y refrescos criollos. De allí los grupos se iban en tropel, corriendo felices.

Finalmente, antes de caer la noche llegaban al punto de partida y allí el capataz repartía equitativamente todo el dinero recogido durante la cabalgata.

“Todos se iban para sus hogares, pero, en la noche, mamá se escapaba de su casa, en El Zanjón, para ir a ver los bailes que se hacían para celebrar a San Juan”.

Un legado que sigue vigente

Carlota, dice que ella al ser la más entusiasta de sus hermanos para hacer los caballos junto a su madre, ésta le hizo prometer que cuando partiera de este mundo ella debía seguir la tradición del caballo: «No dejes que el caballo se apague, Carlota”.

El heredero

Edixse Antonio Fajardo Yánez, recuerda que, “cuando era niño solo le pegaba los ojitos a los caballitos, pero viendo a mi papá y a un ahijado de mi mamá de nombre Renny cómo los hacían, entonces, fui aprendiendo. A medida que fui creciendo adquirí dominio y hoy en día soy el que hace el montaje con mi mamá”.

“Es un legado, es hermoso que venga de mi abuela, mi madre, ahora yo. Ver la cantidad de niños que se emocionan al llegar esta temporada, la unión de la familia. Es una gran herencia cultural la que nos han dejado”, dice con orgullo.

El recorrido en la actualidad

A partir de las 7:30 de la mañana en la plaza Centurión, de cada 24 de junio, es la cita para iniciar el recorrido acompañados del grupo de samba de la familia Yánez, el cual fue creado por Julián Yánez, en 1975, luego de jugar béisbol con los Tiburones de La Guaira, después lo heredó su hermano Manuel y ahora Edixse es el encargado de que siga sonando Samba Centurión.

Parten desde la Plaza Centurión hacia el sector Banco Obrero, la Plaza del Periodista hasta llegar al callejón ubicado detrás del cerro El Zamuro. “Nos regresamos por la calle Carabobo, luego Las Mercedes y llegamos a la casa de Catalina a cantar el San Juan”.

De allí vuelven al punto inicial a disfrutar de música en vivo, danzas y las presentaciones de los niños de las diferentes escuelas.

“Para este año agradecemos el apoyo de la Dirección de Cultura Municipal, la Secretaría de Cultura de la Gobernación y del Gabinete Bolívar del Ministerio del Poder Popular para la Cultura”, expresa Edixse.

Gledis Bonilla

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