Si bien la luz artificial es fundamental para la vida moderna, permitiendo la actividad las 24 horas del día, investigaciones recientes sugieren que la exposición nocturna a esta iluminación debe ser regulada estrictamente.
Científicos advierten que permanecer en entornos iluminados durante la noche, incluso a niveles bajos, puede afectar el sueño y el metabolismo, y potencialmente incrementar el riesgo de enfermedades crónicas.
El vínculo entre la noche iluminada y las patologías crónicas
La principal preocupación radica en la alteración de procesos biológicos clave que ocurren durante la noche.
La exposición a la luz artificial nocturna (ALAN) ha sido vinculada con el aumento del riesgo de diversas enfermedades:
Cáncer: La iluminación nocturna puede alterar la regulación hormonal, la reparación del ADN y los procesos de inflamación. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) clasifica el trabajo nocturno por turnos como «probablemente cancerígeno» (Grupo 2A), basándose en la evidencia de un mayor riesgo de cáncer de mama, próstata y colon.
Diabetes Tipo 2: Estudios recientes indican que incluso pequeñas cantidades de luz nocturna pueden aumentar hasta en un 30% el riesgo de diabetes tipo 2. Esto se debe a que la luz interrumpe los ritmos circadianos que regulan el metabolismo y la sensibilidad a la insulina.
Otras Afecciones: La ALAN también se ha relacionado con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y obesidad.
El impacto en el sueño: Melatonina en riesgo
La clave del problema reside en el ritmo circadiano, el reloj biológico del cuerpo que regula los ciclos de sueño-vigilia.
Supresión de Melatonina: La exposición a la luz nocturna suprime la secreción de melatonina, la hormona que regula el sueño y mantiene al organismo en un estado constante de alerta, interfiriendo directamente con el descanso.
Bajos Niveles con Alto Impacto: No es necesaria una luz intensa para causar un efecto negativo. Basta con un nivel de brillo de ocho lux –una medida que superan fácilmente la mayoría de las lámparas de mesa y las pantallas de dispositivos electrónicos– para producir la alteración.
La luz azul: El principal agente disruptor
La investigación ha identificado que no todos los colores de la luz tienen el mismo efecto disruptivo; las longitudes de onda azules son las más perjudiciales durante la noche.
Máxima Inhibición: La luz azul, común en pantallas de teléfonos, computadoras y luminarias LED modernas, tiene una capacidad especialmente intensa para frenar la producción de melatonina.
Evidencia Científica: Un experimento de Harvard demostró que 6,5 horas de exposición a la luz azul redujo la melatonina por el doble de tiempo y provocó un desplazamiento circadiano dos veces mayor que la exposición a la luz verde de igual intensidad.
Soluciones Prácticas: Otro estudio de la Universidad de Toronto concluyó que las personas protegidas con gafas que bloquean la luz azul en un ambiente iluminado mantenían niveles de melatonina similares a las personas en luz tenue, reforzando la idea de que este espectro luminoso es el principal responsable de la inhibición hormonal.
Con información de agencias



