En medio de un fuerte operativo de seguridad, comenzó esta mañana la sesión del Tribunal Regional Federal en Porto Alegre que juzgará laapelación a la condena por corrupción del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, proceso que podría acabar con la inhabilitación de su candidatura para las elecciones de octubre.
El juicio ha estado envuelto en el clima de alta polarización política que vive Brasil, en el que Lula acusa a sectores del Poder Judicial, la élite económica y los medios de comunicación tradicionales de conspirar para evitar un retorno del PT al poder. Decenas de miles de simpatizantes del expresidente, petistas y miembros de movimientos sociales aliados, desembarcaron en los últimos días en Porto Alegre para presionar a la corte de apelaciones. Anoche, en un acto en el centro de la ciudad, Lula se dirigió a una multitud estimada en 70.000 personas para agradecerles su apoyo. Los seguidores siguen las instancias de la sesión de apelación desde un campamento montado a un kilómetro del tribunal, en el parque del Anfiteatro do Pôr do Sol.
Grupos contrarios a Lula, encabezados por Vem Pra Rua y el Movimento Brasil Livre, han preparado actos de festejo de la eventual confirmación de la condena de Lula en distintas ciudades del país. En Porto Alegre, realizarán un «CarnaLula» de ritmo carnavalesco, en el parque del elegante barrio Moinhos de Vento.
Aunque la defensa de Lula tendría varios recursos jurídicos disponibles aún en caso de una ratificación de la sentencia, una nueva condena complicaría mucho la candidatura del exmandatario para las elecciones de octubre próximo. La legislación brasileña no permite que una persona condenada en segunda instancia por un tribunal colegiado pueda asumir un cargo al que fue elegido por voto popular. Dependiendo de cuál sea el fallo final, Lula podría apelar al mismo TRF4, al Superior Tribunal de Justicia (STJ), al Supremo Tribunal Federal (STF), y al Tribunal Superior Electoral (TSE), que será quien decida si la candidatura podría registrarse incluso mientras se tramitan los otros recursos.
Vía: La Nación
