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jueves, noviembre 14, 2024

Gareth Bale afronta sus tres últimos meses en el Real Madrid.

Anda molesto el galés por su cambio ante el Levante, por sus últimas suplencias ante la Real Sociedad y ante el Leganés ayer, pero sobre todo ante el PSG en la gran cita europea. Regresó al once titular contra el Betis y de nuevo volvió a pasar desapercibido durante sus 73 minutos sobre el campo, en los que no participó en ninguno de los cuatro goles. Como además se permitió el lujo de escenificar su malestar, Zidane le mandó un ‘recado’ cuando le preguntaron por la discreta actuación de Gareth: «Bueno… Ha hecho su partido…».

Ese precisamente es uno de los dos grandes problemas que le han impedido triunfar en el Madrid. Sólo sabe hacer su partido, y eso a menudo no casa con los intereses del colectivo, con el que se relaciona con dificultad, como un cuerpo extraño. Su capacidad para involucrarse en el juego del equipo es inversamente proporcional a sus extraordinarias condiciones. Bale juega su partido como vive: aislado en su mundo, distante.

PRIVILEGIOS INMERECIDOS

Cuando no desequilibra, cosa que ocurre cada vez con menos frecuencia, desaparece. No sólo en ataque, también para presionar en defensa, donde su implicación es mínima, para disgusto de Zidane. El irregular galés se permite privilegios que sólo corresponden a Cristiano y actúa como si hubiera ganado tres Balones de oro. Lo malo no es ya que no los haya ganado, sino la certeza de que no los va a ganar, tanto por su tendencia a la dispersión como por su fragilidad física.

Desde que llegó a Madrid recibió tratamiento de estrella rutilante por ser el fichaje más caro en la historia del club. Le equipararon con Neymar y le adjudicaron la condición de relevo inmediato de Cristiano en el olimpo madridista. Cinco años después ambas comparaciones resultan dolorosas. Bale no ha ofrecido ni la mitad del rendimiento que cabría esperar de su potencial y asiste a la consagración de un Neymar derecho a ocupar el trono tras Messi y Cristiano. También ha evidenciado falta de fortaleza física y mental para ser el líder que en los despachos del Madrid creyeron ver. Ha ganado tres Champions, sí, pero en un cómodo segundo plano a la sombra del portugués.

CALVARIO DE LESIONES

La culpa de esas expectativas frustradas la tiene el reguero de 25 lesiones que le han hecho perderse 78 partidos, casi uno de cada tres desde que llegó. Este curso ya lleva tres roturas musculares, para desesperación del fisioterapeuta encargado hasta hace poco en exclusiva de sus obsesivos cuidados.

Por eso en el club blanco han terminado por rendirse a la evidencia y asumen que deberán traspasarle este verano. Por eso y porque ya no se sostiene que, con semejante rendimiento repleto de altibajos, siga cerrándole el paso a un proyecto de futbolista grande como Marco Asensio. El agravio es tan notorio que se ha trasladado a la grada. No es casual que el otro día Barnett, su agente, le pusiera precio: 222 millones como Neymar. La realidad es que el pasado verano el Real Madrid lo habría vendido por 90. Pero ni el Manchester United ni nadie los ofreció.

http://www.marca.com/blogs/tribuna-y-tribuneros/2018/02/22/a-bale-se-le-ha-acabado-el-credito.html

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