El poder desestabilizador de los tuits de Trump ha vuelto a sacudir a México, el azote preferido del presidente de Estados Unidos. El más vulnerable también, en la medida en que el Gobierno de Enrique Peña Nieto hace continuos malabares por mantener relación ante tanto ataque y bandazo. La militarización de la frontera ha forzado que todos los candidatos presidenciales salgan en tromba a criticar, con mayor o menor dureza, a Trump, quien con apenas 140 caracteres ha introducido la relación entre ambos países en la campaña electoral, un tema ausente hasta ahora.
Los mensajes de los últimos días son una buena muestra de cómo, si se lo propone, Trump puede irrumpir y agitar la agenda política del vecino del sur. Sin coherencia alguna, con datos distorsionados. Primero, criticó a México por no hacer nada para frenar la caravana de migrantes centroamericanos que, como cada año, recorría el país hasta llegar a la frontera con Estados Unidos para visibilizar su situación. Después, ordenó la militarización de la frontera. Finalmente, cuando la caravana decidió disolverse a mitad de camino, Trump lo celebró y lo achacó a las “fuertes leyes” contra la inmigración de México.
Por acumulación y repetición de las formas, porque la sociedad mexicana tiene también muchas más preocupaciones, el último embate de Trump no hubiese ido a más de no ser porque México está inmerso en una larga campaña electoral, ante las presidenciales del 1 de julio. Hasta ahora, la relación bilateral con Estados Unidos, la única exterior que se puede considerar un asunto interno en México, había estado al margen de los dimes y diretes de los aspirantes. Esta semana, todos los aspirantes salieron al paso de las bravuconadas del inquilino de la Casa Blanca, evidenciando la necesidad de una respuesta más rotunda desde Los Pinos ante los ataques de Trump.
“No aceptamos la construcción del muro ni la militarización de la frontera. No se solucionan así los problemas. No vamos a permitir que México se convierta en piñata de ningún gobierno extranjero”, clamó Andrés Manuel López Obrador, el favorito hasta el momento en la carrera electoral. El líder de Morena aseguró que la relación con Estados Unidos debe estar basada “en el respeto mutuo”. Sabedor de las críticas de que su llegada al poder volvería aún más inestable la relación con la Casa Blanca, López Obrador incidió: “No voy a caer en ninguna provocación. Vamos a actuar siempre, aunque tengamos el corazón caliente, con la cabeza siempre fría”.
Si bien el puntero en las encuestas no entró a valorar la actuación del Gobierno de Peña Nieto, el aspirante de Por México al Frente, Ricardo Anaya, otrora aliado de la actual Administración, sí lanzó un dardo al Ejecutivo. Para el expresidente del PAN, las nuevas amenazas de Trump requerían de una respuesta “rápida y enérgica” y criticó la “pasividad” del Gobierno. “México debe condicionar su cooperación con Estados Unidos en materia migratoria, antidrogas, seguridad, contra el terrorismo, a que cesen los ataques contra los mexicanos, se suspenda el envío de la guardia nacional a la frontera y se acaben las amenazas constantes, porque con amenazas no se puede negociar ni se puede cooperar”, insistió Anaya.
Crítico con Trump se mostró también José Antonio Meade, candidato del gobernante PRI. En un primer momento, cuando se especuló con que el presidente estadounidense mandaría militares a la frontera, Meade aseguró: “Que no se equivoque Trump: mandar a su ejército a la frontera sería un agravio inadmisible para nuestro país”. Una vez consumada la amenaza y emitida la orden, Meade bajó el tono y pidió al resto de candidatos unidad “en la defensa de la soberanía y la dignidad de la nación”.
La relación con Trump enfrenta al candidato oficialista -canciller durante casi tres años-, como en otros temas de campaña, a la disyuntiva de tener un discurso propio con el que distanciarse del Gobierno o seguir la pauta que marca Los Pinos, pese a las críticas que esta reciba. En este sentido, la coordinadora de su Oficina, Vanessa Rubio, asegura que la campaña de Meade “tendrá una posición propia, que es la de la defensa de la soberanía nacional”, pero recalca que se ha de ser respetuoso con el Gobierno, “que es quien marca la política exterior”.
La posibilidad de que un mal manejo de la relación con Trump afecte aún más al candidato del PRI es indudable. La llegada de Trump a la Casa Blanca ha sido un quebradero de cabeza para el Ejecutivo de Peña Nieto, que ha tratado de capear el huracán sin alzar demasiado la voz, pese a las críticas que eso ha generado a nivel interno. La visita de Trump a México durante la campaña presidencial de Estados Unidos, horas antes de insistir en su país que México pagaría su deseado muro fronterizo, fue una humillación para el vecino del sur.
con información de el pais