Las elecciones presidenciales del próximo domingo 20 de mayo, han sido presentadas por parte de la comunidad internacional, comprometida con la derecha mundial, como un acto ilegal e ilegítimo. Esta lectura, para nada nueva, viene conectada con constantes cuestionamientos sobre la calidad democrática de nuestro sistema electoral que han hecho distintos actores y gobiernos de derecha en América y Europa. Actores y gobiernos dedicados a propagar señalamientos negativos contra la democracia venezolana, desconociendo nuestra vocación y respeto por la libertad y los derechos humanos.
Se ha acelerado la construcción de la vieja tesis de que Venezuela es un estado fallido y forajido, gobernado por una dictadura que viola los derechos humanos y vulnera los procesos democráticos en procura del aislamiento mundial. En última instancia han apelado a la matriz mediática de que el país padece una crisis humanitaria ante la que urge una intervención internacional, contando para ello con un poderoso aparato de medios de comunicación y de “voceros diplomáticos” dirigidos descaradamente por el gobierno de los Estados Unidos.
Ha venido creciendo la presión diplomática contra Venezuela. Desde la moribunda OEA se ha articulado un frente al servicio del planteamiento de derrocar a Nicolás Maduro y se insiste en una “intervención humanitaria” que no ha logrado consenso, pero los ha llevado a la conformación de un Pranato Diplomático llamado grupo de Lima, aprovechando la actual correlación de fuerzas que hoy en el escenario político latinoamericano favorece a la derecha regional y pone a Venezuela ante una situación permanente de amenazas y peligros. La derecha regional pretende hacer de sus declaraciones a medios internacionales la principal prueba de sus infundadas acusaciones sobre la supuesta ilegalidad del proceso electoral del 20M.
El sistema electoral venezolano es uno de los más seguros y confiables del mundo y la elección presidencial del 20M tiene su origen legítimo y legal desde la Asamblea Nacional Constituyente y en la atención al acuerdo de Diálogo Nacional de República Dominicana, que la derecha desconoció por órdenes de sus amos gringos. La Revolución Bolivariana no es la dictadura que la oposición y sus agentes externos convocan a derrocar. Nuestro sistema electoral y el Gobierno Nacional han reconocido los triunfos opositores cuando los han obtenido, que serán siempre menos, por la vocación abstencionista y golpista de esa derecha traidora.
Ningún chavista debe pecar de triunfalista, el voto y la participación masiva será nuestra principal arma para enfrentar el intervencionismo. La soberanía popular debe decidir, a favor del pueblo y su proyecto bolivariano, el destino de la Venezuela Potencia del año 2025. Esta elección democrática merece por anticipado el respeto y la solidaridad de los pueblos. Elegir a Nicolás Maduro este 20M será la respuesta digna y soberana a las intromisiones y amenazas imperialistas para volver a ser Potencia.
Dirigente Revolucionario PSUV