Han pasado casi dos semanas del asesinato del candidato Fernando Purón en Piedras Negras. Purón contendía por un asiento en el Congreso federal por el distrito norte del Estado de Coahuila, que abarca Piedras Negras y otros seis municipios. El viernes 8 de junio, a la salida del debate con el resto de candidatos, un hombre se le acercó por detrás y le pegó un tiro en la nuca. Murió en el acto.
El ataque se produjo a pocos metros de la entrada de la facultad de contaduría. No en un camino de tierra, a las afueras de cualquier poblacho; ni en un bar de mala muerte, rodeado de circunstancias extrañas. Ocurrió nada más salir del debate, celebrado en el auditorio de la facultad. Lo mataron mientras hablaba con un grupo de seguidores, a tres metros, literalmente, de la delegación de la fiscalía federal, a 50 del palacio de Gobierno.
Como ha sucedido con el resto de políticos asesinados a lo largo del proceso electoral, que inició en septiembre, su asesinato provocó todo tipo de reacciones y condenas. Principalmente por parte de sus compañeros de partido, el PRI, pero también del resto. Pausada el fin de semana, la campaña electoral continuó como si nada el lunes, con el nombramiento del sustituto de Purón y la vuelta al trabajo de los otros dos candidatos, Evaristo Lenin Pérez y Claudia Andrade. En los días siguientes mataron a otros tres candidatos en el Estado de Michoacán. La campaña siguió igualmente.
Con información de: Globovision.com