(Caracas, 06 de julio. Noticias24) – Cuando hablamos de medicina alternativa intentamos referirnos a las diversas prácticas que no pertenecen al campo de la medicina clínica y cuya efectividad no ha sido probada utilizando métodos científicos o, al menos, mostrando resultados eficaces consistentemente.
También se emplea el término Medicina Natural y Tradicional para designar un conjunto de procedimientos o ‘terapias’, empleadas con el fin de curar o ‘sanar’ a las personas, que carecen de denominador común, excepto la falta de evidencias científicas de su eficacia. Tales procedimientos no son reconocidos institucionalmente por la profesión médica ni tampoco en la gran mayoría de los países y usualmente se ejercen en el ámbito de la práctica privada o por personas que no poseen un título otorgado por alguna institución oficial.
La ineficacia de algunos de estos procedimientos ha sido demostrada por ensayos clínicos rigurosos en repetidas ocasiones, algunos desde hace más de un siglo. Otras supuestas terapias se basan en argumentos místicos, tanto de las religiones orientales como las occidentales. Diagnósticos o tratamientos que serían calificados de mala práctica y sancionados en muchos países al ser ejecutados por un médico, en otros lugares pasan inadvertidos al ser aplicados por un practicante no titulado de la denominada medicina natural, tradicional o alternativa.
No existen dos tipos de medicina; sólo se puede considerar como tal a la que prueba sus fundamentos y eficacia
El daño potencial por aplicar estas prácticas siempre está presente, a causa del retraso que se origina en aplicar el medicamento convencional que realmente pudiera aliviar o curar al paciente, lo que a medio o largo plazo puede incluso resultar fatal en una dolencia progresiva. Este es un factor que rara vez se toma en cuenta por quienes prescriben o toleran estas “terapias”.
Cualquier práctica de medicina alternativa puede dejar de serlo si su eficacia quedara contrastada experimentalmente de forma científica, por lo que la distinción depende de los estudios disponibles hasta el momento. No existen por tanto dos tipos de medicina; sólo se puede considerar como tal a la que prueba sus fundamentos y eficacia, aunque sea de modo parcial. Sin embargo, es usual que quienes se dediquen a tales prácticas no consulten la literatura científica, proponiendo como novedoso algo que ya ha sido desechado hace mucho tiempo como inefectivo o incluso dañino.[6]. En todo caso, y para simplificar esta lectura, continuaremos usando el inexacto término “medicina alternativa”, seguros que el lector comprenderá siempre a que nos referimos al usarlo.
Eficacia
Los partidarios de la medicina alternativa sostienen que los diversos métodos alternativos son eficaces en el tratamiento de un amplio rango de dolencias leves y graves, y sostienen que trabajos de investigación recientemente publicados (como Michalsen 2003, Gonsalkorale 2003 y Berga 2003) demuestran la eficacia de tratamientos alternativos específicos. Afirman que una búsqueda en PubMed halló cerca de 370.000 artículos de investigación clasificados como medicina alternativa publicados en revistas reconocidas por Medline desde 1966 en la base de datos de la National Library of Medicine (tales como Kleijnen 1991, Linde 1997, Michalsen 2003, Gonsalkorale 2003 y 2003).
Un antibiótico o una vacuna es eficaz sin necesidad de efecto placebo y se puede administrar sin que el paciente lo sepa y sin que sea administrada por una “compasivo sanador”. La llamada medicina alternativa no tiene nada semejante que ofrecer.
La gran mayoría de estos artículos son trabajos discutiendo el fenómeno psicosocial de la medicina alternativa. Ninguno ofrece un estudio científico formal demostrando fuera de cualquier duda la eficacia de alguna terapia alternativa, más allá del efecto tranquilizador y por lo tanto benéfico y potenciador de otras terapias formales.
Los partidarios de la medicina alternativa sostienen que ésta puede proporcionar beneficios a la salud mediante la participación activa del paciente, ofreciendo más opciones al público, incluidos tratamientos que simplemente no están disponibles en la medicina convencional.
«La mayoría de los estadounidenses que consultan a terapeutas alternativos recibirían con entusiasmo la posibilidad de consultar a un médico bien entrenado en la medicina tradicional que tenga también una mentalidad abierta y buen conocimiento de los mecanismos de curación innatos del cuerpo, de la influencia de los hábitos de vida sobre la salud y de los usos apropiados de los complementos dietéticos, hierbas y otras formas de tratamiento, desde la manipulación osteopática hasta la medicina china y ayurvédica.
En otras palabras, quieren ayuda competente para moverse por el confuso laberinto de opciones terapéuticas disponibles en la actualidad, especialmente en aquellos casos en los que los enfoques convencionales son relativamente ineficaces o perjudiciales.» (Snyderman, Weil 2002)
Aunque los partidarios de la medicina alternativa reconocen que el efecto placebo puede jugar un papel en el beneficio que proporcionan las terapias alternativas, hay que destacar que el efecto placebo también influye en la medicina convencional. Por tanto señalan que esto no disminuye su validez. Los escépticos están desconcertados por este punto de vista y afirman que es un reconocimiento de la ineficacia de los tratamientos alternativos. Un antibiótico o una vacuna es eficaz sin necesidad de efecto placebo y se puede administrar sin que el paciente lo sepa y sin que sea administrada por una “compasivo sanador”. La llamada medicina alternativa no tiene nada semejante que ofrecer.
Menor riesgo cuando se usa como complemento de la medicina probada
Una importante objeción a la medicina alternativa es que se practica en lugar de los tratamientos médicos convencionales. La mayoría de los médicos hallan la mayor parte de la medicina complementaria aceptable Siempre que los tratamientos alternativos sean aprobados por profesionales de la medicina y se usen junto con los tratamientos médicos convencionales (Vickers 2004). En consonancia con estudios previos, el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) estadounidense informó recientemente que la mayoría (54,9%) de los estadounidenses usaban la medicina alternativa en conjunción con la convencional (CDC Advance Data Report nº 343, 2004).
Los pacientes deben sin embargo informar siempre a sus médicos de que están usando medicina alternativa. Algunos pacientes no lo hacen temiendo que esto dañe la relación con su médico. No obstante algunos tratamientos alternativos pueden interferir con los tratamientos tradicionales. Un ejemplo es la combinación de quimioterapia y la toma de altas dosis de vitamina C, que puede dañar gravemente los riñones.
El problema de la interferencia entre la medicina alternativa y la convencional se minimiza cuando sólo se recurre a la primera tras agotar todas las posibilidades de la segunda. Muchos pacientes creen que la medicina alternativa puede ayudar a sobrellevar enfermedades crónicas para las que la medicina convencional no ofrece cura sino sólo cuidados paliativos. Se está haciendo más común que el propio médico sugiera a sus pacientes alternativas cuando no puede ofrecer un tratamiento.
Se han hecho estudios sobre este tema y algunos sugieren que puede ser mayor el peligro la combinar la medicina normal y la no convencional (ver “Mayor peligro cuando se usa como complemento de la medicina convencional” en este artículo).
Apoyos a la medicina alternativa
Los partidarios de la medicina alternativa sostienen que las terapias alternativas suelen proporcionar al público servicios no disponibles en la medicina convencional. Este argumento cubre diversas áreas, como la participación activa del paciente, métodos alternativos para el manejo del dolor, métodos terapéuticos que apoyan el modelo biopsicosocial de la salud, remedios para preocupaciones sanitarias específicas, servicios de reducción de estrés, otros servicios sanitarios preventivos que no son típicamente parte de la medicina convencional, y, por supuesto, cuidados paliativos de la medicina complementaria, que son practicados por centros oncológicos tan mundialmente renombrados como el Memorial Sloan-Kettering (véase Vickers 2004).
Críticas a la medicina alternativa
Las críticas dirigidas a terapias específicas de la medicina alternativa van desde las bastante leves (el tratamiento convencional se cree más efectivo en un área particular) hasta la incompatibilidad con las leyes conocidas de la física (por ejemplo, en la homeopatía).
Debido al amplio rango de terapias que se consideran dentro de la «medicina alternativa», pocas críticas se aplican a toda ella.
Las críticas dirigidas a terapias específicas de la medicina alternativa van desde las bastante leves (el tratamiento convencional se cree más efectivo en un área particular) hasta la incompatibilidad con las leyes conocidas de la física (por ejemplo, en la homeopatía).
Los partidarios de las diferentes formas de medicina alternativa rechazan las críticas por estar supuestamente basadas en prejuicios, intereses económicos o ignorancia.
Los opositores a muchas formas de medicina alternativa rechazan buena parte de las «pruebas» a favor por no cumplir condiciones requeridas por la investigación científica formal, como, en el caso de la medicina, los experimentos de doble ciego, por ejemplo.
Falta de ensayos adecuados
A pesar del gran número de estudios sobre terapias alternativas, la ciencia sostiene que no hay estadísticas sobre exactamente cuántos de estos estudios fueron experimentos controlados, de doble ciego y arbitrados o cuántos produjeron resultados a favor de la medicina alternativa o de partes de la misma.
Muchas formas de medicina alternativa son rechazadas por la medicina convencional porque la eficacia de los tratamientos no ha sido demostrada mediante ensayos aleatorios controlados de doble ciego. También se señala que una persona puede atribuir alivio sintomático a una terapia por lo demás ineficaz debido a la recuperación natural de la enfermedad o a la naturaleza clínica de ésta, al efecto placebo o a la posibilidad de que en realidad nunca tuviera originalmente la enfermedad[3].
Los críticos sostienen que la predisposición del observador y su pobre diseño (falta de uso del doble ciego en estos ensayos) invalidan los resultados de muchos estudios llevados a cabo por promotores de la medicina alternativa.
Aunque una revisión de la eficacia de ciertas técnicas médicas alternativas para el tratamiento del cáncer (Vickers 2004) halló que está demostrado que la mayoría de estos tratamientos no funcionan, señaló que algunos estudios encontraron que el tratamiento psicosocial de los pacientes por parte de psicólogos está relacionado con una mayor posibilidad de supervivencia (aunque comenta que estos resultados no se han reproducido consistentemente).
La misma revisión, a pesar de advertir específicamente que «las terapias complementarias para los síntomas relacionados con el cáncer no forman parte de esta revisión», citaba estudios que indicaban que varias terapias complementarias pueden proporcionar beneficios como, por ejemplo, reducir el dolor y mejorar el estado de ánimo de los pacientes.
Para aumentar el conocimiento formal de las posibilidades terapéuticas reales de la medicina alternativa algunos países han incrementado los fondos para financiar estudios científicos. Entre los ejemplos más notables está el National Center for Complementary and Alternative Medicine. El NCCAM y su predecesor, la Office of Alternative Medicine, han invertido más de 200 millones de dólares en estos estudios desde 1991. La Comisión E, división independiente de la Agencia Federal Alemana de Salud, ha estudiado muchos remedios herbales para determinar su eficacia[4].
Seguridad
Los críticos sostienen que «las terapias dudosas pueden provocar la muerte, heridas graves, sufrimiento innecesario y desfiguraciones»y que algunas personas han sido heridas o han muerto directamente por causa de diversas prácticas o indirectamente por diagnósticos erróneos o por la subsiguiente elusión de la medicina convencional que ellos creen verdaderamente eficaz.
Los críticos de la medicina alternativa están de acuerdo con sus partidarios en que la gente debe ser libre de elegir qué método de asistencia sanitaria desean, pero estipulan que debe ser informada sobre la seguridad y eficacia del método que elijan. La gente que elige la medicina alternativa puede pensar que están escogiendo una medicina segura y eficaz cuando puede que sólo obtengan remedios de curandero.
Retraso en la búsqueda de tratamiento médico convencional
Los críticos afirma que aquellos que creen han tenido éxito con una terapia alternativa para una enfermedad leve pueden ser convencidos de su eficacia y persuadidos para extrapolar dicho éxito a alguna otra terapia alternativa para una enfermedad más seria y potencialmente fatal. Por esta razón, sostienen que las terapias que confían en el efecto placebo para definir su éxito son muy peligrosas.
Mayor peligro cuando se usa como complemento de la medicina convencional
Un estudio multicentro noruego examinó la relación entre el uso de la medicina alternativa y la supervivencia al cáncer. Se siguió durante 8 años a 515 pacientes que recibían tratamiendo médico estándar contra el cáncer, de los cuales el 22% usaban medicina alternativa concurrentemente.
El estudio reveló que la tasa de mortalidad era un 30% más alta en los usuarios de medicina alternativa: «El uso de medicina alternativa parece predecir una supervivencia menor al cáncer.»[7] hay que considerar que el fin de la terapia alternativa no es alargar la sobrevida y sí mejorar la calidad de vida. Y se sabe que muchos enfermos terminales ven alargado su sobrevivencia a expensas una pobre e indigna calidad de vida.
Educación médica
Cada vez más instituciones educativas han empezado a ofrecer cursos de medicina alternativa. Por ejemplo, la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona ofrece un programa de medicina integrativa bajo la dirección del Dr. Andrew Weil que adiestra a médicos en varias ramas de la medicina alternativa que «ni rechaza la medicina convencional, ni adopta prácticas alternativas sin sentido crítico.»
En tres investigaciones separadas, en las que se encuestaron las 125 escuelas que ofrecían un título en medicina, las 19 que ofrecían uno en osteopatía y las 585 escuelas de enfermería de los Estados Unidos, se halló que el 60% de las escuelas que ofrecían un título en medicina, el 95% de las que ofrecían uno de osteópata y el 84,8% de las de enfermería enseñaban también medicina alternativa (Wetzel et al 1998, Saxon et al 2004, Fenton & Morris 2003).
En el Reino Unido ninguna escuela médica ofrece cursos que enseñen la práctica clínica de la medicina alternativa. Sin embargo, ésta se enseña en varias escuelas como parte del plan de estudios. Esta enseñanza está mayoritariamente basada en conocer las hipótesis detrás de estas prácticas y la comprensión general de la medicina alternativa, haciendo énfasis en la capacidad de comunicarse con los llamados especialistas en medicina alternativa. Para conseguir aptitud en la práctica clínica de la medicina alternativa, deben obtenerse títulos de sociedades médicas particulares, donde el estudiante debe haberse graduado y ser un médico cualificado. La Sociedad Médica Británica de Acupuntura, que ofrece certificados médicos en acupuntura a doctores, es un ejemplo.
En España ninguna universidad imparte formación reglada en medicinas alternativas. La formación en estos temas está desarrollada en centros de formación sin acreditación oficial o, a lo sumo, con reconocimientos de países extranjeros con legislación no homologada a la española.
Uso contemporáneo de la medicina alternativa
Edzard Ernst escribió en el Medical Journal of Australia que «cerca de la mitad de la población de los países desarrollados usa medicina complementaria y alternativa» (Ernst 2003), si bien cabe poner en duda lo que los encuestados entendían por ‘medicina complementaria y alternativa’. Una encuesta (Barnes et al 2004) publicada en mayo de 2004 por el NCCAM estadounidense concluía que en 2002 el 36% de los estadounidenses había usado algún tipo de «terapia alternativa» en los 12 meses anteriores, donde se incluía como tal hasta la práctica del yoga, la meditación, tratamientos herbales e incluso la dieta Atkins.
Si la oración era considerada como terapia alternativa, entonces la cifra subía hasta el 62,1%. Otro estudio de Astin et al (1998) sugiere una cifra parecida del 40%. Una encuesta telefónica británica hecha por la BBC entre 1.209 adultos en 1998 mostraba que cerca del 20% de los adultos británicos había usado la medicina alternativa en los 12 meses anteriores (Ernst & White 1999), de nuevo con dudas sobre qué entendían los encuestados por ‘medicina alternativa’.
El uso de la medicina alternativa parece ir en aumento
Eisenburg et al llevaron a cabo un estudio en 1998 que mostró que el uso de la medicina alternativa había subido desde el 33,8% en 1990 hasta el 42,1% en 1997. En el Reino Unido, un informe de 2000 ordenado por la Cámara de los Lores sugería que «los datos de los que se dispone parecen apoyar la idea de que el uso de la medicina complementaria y alternativa en el Reino Unido es alto y está en aumento», parte de lo cual es explicado por el crecimiento de la población inmigrante extra-europea que mantiene la utilización de dichas costumbres.
Regulación
Las distintas jurisdicciones difieren acerca de qué ramas de esta práctica alternativa son legales, cuáles están reguladas y cuáles (si las hay) son prestadas por el servicio sanitario gubernamental o financiadas por el estado.
Cierto número de partidarios de la medicina alternativa no están de acuerdo con las restricciones de las agencias gubernamentales que regulan los tratamientos médicos (como la Food and Drug Administration estadounidense) y la adherencia de éstas a los métodos de evaluación experimentales.
Afirman que esto impide a los que buscan dar tratamientos y propuestas útiles y eficaces al público, y denuncian que sus contribuciones y descubrimientos son injustamente desestimados, pasados por alto o suprimidos. Los proveedores de medicina alternativa suelen argüir que el fraude en los tratamientos debe abordarse adecuadamente cuando se produzca.
Problemas de regulación
Los críticos afirman que algunas ramas de la medicina alternativa no están a menudo adecuadamente reguladas en algunos países en cuanto a identificar quiénes las ejercen o saber qué formación o experiencia deben poseer. Los críticos arguyen que la regulación gubernamental de una terapia alternativa concreta no exige que dicha terapia sea eficaz.