CONFLICTO
Los alzados han acordado replegarse de la última zona que controlaban en el sur sirio, junto a los Altos del Golán
La salida de cientos de personas de dos poblaciones del norte de Siria este jueves, fruto de un acuerdo entre opositores y fuerzas oficialistas, ha significado el fin de una cadena de asedios que ha durado años, tildados por la ONU de «arma de guerra». En el mismo día en que estos fieles alauitas -minoría religiosa a la que también pertenece el presidente Bashar Asad– han abandonado Fua y Kefraya, los alzados han acordado, aparte, replegarse de la última zona que controlaban en el sur sirio, junto a los Altos del Golán.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, las barricadas del grupo armado extremista islámico Organización para la Conquista del Levante, que cercaban las dos villas alauitas, se abrieron el miércoles. Desde entonces, y hasta este jueves por la mañana, cerca de un centenar de buses han sacado de allí a alrededor de 6.900 civiles y combatientes, y los han trasladado a zona controlada por el Gobierno sirio en Alepo. Al final, el Observatorio ha dicho que Fua y Kefrayaquedaron «completamente vacías».
Las expulsiones forman parte de un acuerdo amplio tras el cual se hallan Turquía, apoyo de los opositores, y Rusia, uno de los principales respaldos de Asad. A cambio de obtener pasaje libre para poner a salvo a los habitantes de los dos pueblos, en la provincia de Idlib, unos 1.500 prisioneros serán liberados de cárceles del Gobierno sirio. Las liberaciones se consumarán una vez todos los villanos lleguen a Alepo. Al mismo tiempo, los milicianos opositores ocuparán Fua y Kefraya, asediadas desde 2015.
El episodio de este jueves significa el fin de la era de los asedios en Siria, país que sufre una sangrienta guerra en la que han muerto más de 400.000 personas. En su momento cumbre, entre 2015 y 2016, más de medio millón de personas sufrieron duros asedios en ciudades como Alepo, Deir Ezzor, Guta Este -en Damasco-, Madaya, Fua o Kefraya. La ONU denunció estos asedios, la mayoría impuestos por fuerzas gubernamentales, como «arma de guerra». Se produjeron decenas de muertes de civiles por inanición.
La finalización de todos los asedios en Siria manifiesta los crecientes avances de los leales a Asad, acelerados durante las últimas semanas en el sur del país. Si la semana pasada los opositores, débiles y faltos de apoyo externo, aceptaban rendirse en gran parte de la provincia de Deraa, en las últimas horas han hecho lo propio en Quneitra. Esta es una zona crítica porque bordea con los Altos del Golán ocupados por Israel, que lleva semanas amenazando con atacar si fuerzas iraníes llenan el hueco de los alzados.
Según medios oficialistas, los opositores armados en Quneitra han accedido a retirarse a cambio de ser trasladados sin armas a Idlib -mayormente en manos alzadas o turcas- o quedarse y acatar órdenes gubernamentales. El pacto de rendición, firmado con Moscú, implica que la policía militar rusa patrulle por Quneitra. Les acompañarán, según la agencia Reuters, dos brigadas del ejército sirio, de forma que, señala el mismo pacto, penetren hasta la zona búfer del Golán formada tras la invasión israelí de 1967.
A partir de que finalice el repliegue opositor de Quneitra, sólo una pequeña porción de la provincia vecina de Deraa quedará en manos opositoras, junto a un área en manos del Estado Islámico. El grueso de elementos opositores, en clara desventaja en cuanto a potencia de fuego respecto al bando oficialista, se concentrará en la provincia norteña de Idlib. Bashar Asad ha abogado por recuperar todo el país. En el norte, sin embargo, puede toparse con la resistencia de Turquía y de las milicias autonomistas kurdas.