«Era como un hombre muerto caminando. Mi vida carecía de sentido, sin gusto. La frontera estaba cerrada para los etíopes, así que no pude pasar. Me sentí como si hubiera muerto».
Estas palabras las dijo el periodista Addisalem Hadigu, uno de los muchos etíopes separados de sus familias por décadas, el miércoles pasado tras aterrizar en el primer vuelo comercial entre Etiopía y Eritrea en 20 años.
Hadigu no veía a sus hijas desde 2002, cuando su esposa cruzó la frontera hacia Eritrea con sus hijas.
«Mi sufrimiento ha terminado: me encontré con mis hijas, las besé y derramé mis lágrimas», dijo Hadigu.
¿Cómo se separaron?
La semana pasada, después de dos décadas de hostilidades y relaciones diplomáticas cortadas, Etiopía y Eritrea firmaron el «fin del estado de guerra».
Los dos países llevaban enfrentados desde que, después de que Eritrea se independizara de Etiopía en 1993, disputas fronterizas acabaron en una guerra entre el 1998 y el 2000, que dejó decenas de miles de muertos en ambos bandos.
Con el acuerdo de paz, ambos países se comprometieron a abrir embajadas en sus capitales y a la reanudación de los vuelos entre ambos países.
Fue así como este miércoles un avión de Ethiopian Airlines aterrizó en Eritrea con 450 personas a bordo.
La esposa de Addisalem Hadigu participó en el referéndum de 1993, en el que los eritreos votaron por su independencia, después de una lucha que duró 30 años.
«Ella dudó en participar, pero le dije que lo hiciera. […] Mi esposa, junto con el 99% de los eritreos, votaron a favor de separarse de Etiopía. Quizá por eso que perdió su trabajo y sintió que tenía que irse».
Un día, su esposa le dijo que iba a visitar a su tío, que vivía en otro lugar de Etiopía. Pero en realidad cruzó la frontera. Su esposa le dejó una carta con sus vecinos.
«Esto se siente peor que perder a alguien por la muerte. Me fui a Eritrea con mis hijas», escribió. «Dejo al niño contigo. Si tengo alguna posibilidad, te escribiré. Si no, cuídate».
Sus vecinos estuvieron sentados con él durante una semana mientras estuvo de luto.
«Les escribí cartas tres veces, pero recibí respuesta una sola vez. Desde el advenimiento de las redes sociales, tuve contacto con ellas a través de Facebook, pero no siempre. Mi hija menor, Danait, siempre me preguntaba cómo estaba y decía: ‘No podemos hablar por llamada de voz, pero te extrañamos'».
«El pájaro de la paz»
Cuando estuvo separado de ellas, «solía desear que mi familia se hubiera mudado a cualquier otro país, porque hubiera sido más fácil visitarlas allí que cruzar la frontera hacia Eritrea», contó Hadigu en el aeropuerto de Asmara, la capital de Eritrea, una ciudad de 800.000 habitantes con una arquitectura de influencia italiana, por su pasado colonial.
Ethiopian Airlines habilitó dos vuelos para Eritrea, debido a la gran demanda. A bordo, regalaron rosas frescas y sirvieron champaña a todos los pasajeros, sin importar si iban en clase económica o ejecutiva.
Cuando el vuelo alcanzó velocidad crucero, los pasajeros empezaron a cantar y dar palmas. Uno, incluso, tocó canciones con un instrumento tradicional de cuerdas conocido como kirar.
Al aterrizar, alrededor de Hadigu y sus hijas, también estaban otros pasajeros del vuelo de Ethiopian Airlines reencontrándose con familiares y amigos.
Kahsay Negusse y esposa abrazaron a Yemane, un primo que no veían hacía años que acababa de llegar en el vuelo de Addis Abeba, la capital de Etiopía. «Él estaba allá y nosotros estábamos acá cuando la guerra comenzó. No había comunicación», explicó Negusse.
Tariq Sabt, un empresario de 41 años, dijo que esperaba reencontrarse con su primo Daniel Alemu, quien creció junto a él como hermano antes de mudarse a Eritrea en 1995, donde quedó varado después de que la frontera se cerrara varios años después.
Los dos pudieron hablar por teléfono por primera vez el domingo pasado, gracias a que los gobiernos restauraron las líneas telefónicas entre los dos países.
El 10 de julio pasado, un mensaje de texto le llegó a millones de etíopes: «Ethiotelecom [la mayor empresa de telecomunicaciones del país] se complace en anunciar que las conexiones entre Etiopía y Eritrea se han reanudado».
Un usuario de Twitter bromeó con haber recibido una llamada perdida de Eritrea de 1998.
«Después de la restauración de las conexiones telefónicas entre Etiopía y Eritrea, alguien en Addis Abeba recibe una llamada de Asmara: ‘¿Intentó llamarme? Vi una llamada perdida desde 1998′».
Sin final feliz
Sin embargo, no todas las historias fueron felices de los pasajeros del llamado vuelo «pájaro de la paz».
En la pista, Addisalem Taye Bekele cayó llorando en los brazos de un extraño. Ella esperaba que alguien trajera un mensaje de su padre, un soldado de quien se separó cuando se cerró la frontera, pero no llegó ningún mensaje.
Tedros Tsegaye luchó en el ejército de Eritrea antes de ser capturado y deportado de Etiopía.
Él esperó en vano que alguien de su familia llegara en el vuelo. Sin embargo, prometió estar en el aeropuerto «todos los días hasta que lleguen».