El conocido presentador está disfrutando de las playas gaditanas acompañado de su familia
Mientras algunos cuentan los días para irse a la playa o intentan olvidar que ya toca volver, Ramón García es de los que puede presumir de estar disfrutando de los días de vacaciones. El presentador está en la costa de Cádiz junto a su mujer, Patricia Cerezo, con quien lleva 21 años casado, y sus hijas, Natalia y Verónica, de 15 y 11 años. Fueron fotografiados bañándose en el océano atlántico, que por las imágenes parece que estaba un poco frío, jugando con las olas, y aprovechando el buen tiempo reinante en España en estos días. La pareja lució además sus envidiables figuras en bañador: la periodista de 46 años tiene un físico tonificado que seguro que era la envidia de muchos en la playa.
Ramón y Patricia caminaron de la mano por la arena y no dudaron en hacerse gestos de cariño ante los fotógrafos. Después de tanto tiempo, la pareja puede presumir de mantener una gran complicidad. También de buena relación con sus hijas, a quienes llevaron el pasado año al Festival de Vitoria: «Estoy contento de que hayan venido mis hijas para que conozcan cómo funciona este mundo», aseguraba el presentador cuando posaban como una familia feliz en la alfombra roja.
Hace apenas unos días que Natalia, la hija mayor de la pareja, cumplía 15 años. «Aún no me lo creo», decía su madre en las redes sociales, donde compartió una serie de fotos de su primogénita en su infancia. Entre las imágenes hay una en la que aparece incluso leyendo la revista ¡HOLA! en la playa. «Me hizo el mejor regalo del mundo, el ser madre y muero de amor y de orgullo», escribe Patricia. «Tienes un alma buena, generosa y sensible», añade, deshaciéndose en halagos para «la niña bonita».
También compartía el domingo una simpática publicación en la que muestra cuál es su colchoneta hinchable del verano, olvidando los unicornios o donuts que tanto se ven en Instagram y apostando por una muchísimo más original: ¡una bolsa de patatas fritas gigantes! «Party size» (tamaño de fiesta), se puede leer en el simpático artilugio, que da el pego hasta tal punto que casi apetece picar alguna de sus «chips».
