Que las personas con obesidad tienen mayor riesgo de padecer asma no es nada nuevo. Es más, una investigación presentada recientemente en el Congreso Internacional de la Sociedad Respiratoria Europea sugiere que la relación también podría ser a la inversa: las personas con asma tener más riesgo de sufrir obesidad. En cualquier caso el estudio todavía no está publicado por lo que no hemos podido leerlo y no podemos confirmar la fiabilidad de sus resultados.
En lo que a la relación entre obesidad y el mayor riesgo de padecer asma, hasta ahora se creía que esta asociación se debía a que la obesidad provocaba un aumento de la inflamación en las vías respiratorias y, por tanto, el tratamiento que se ofrecía a estos pacientes solía incluir uso de estereoides como los corticoides.
La capacidad respiratoria se puede ver reducida por estrechamiento de las vías aereas cuando los músculos involucrados se contraen o tienen espasmos. Aparantemente, esta hiperreactividad provoca unas reacciones que favorecen o imitan dichas contracciones y, por tanto, afectan a nuestra respiración. La cuestión es por qué las personas con obesidad tienen mayor riesgo de sufrir este tipo de asma.
Para investigarlo, tomaron células de los músculos lisos involucrados en la respiración tanto de personas que padecían obesidad como personas que no y las combinaron con histamínicos y carbacol. Al ser estimuladas con dichas substancias las células liberaron calcio lo cual imita la contracción muscular.
Lo que explica por qué las personas con obesidad tienen mayor riesgo de padecer este tipo de asma es que también encontraron que las células provenientes de donantes con obesidad liberaban más calcio y mostraban un acortamiento mayor que las de las personas que no tenían obesidad, lo cual suele ocurrir en los casos en que se da contracción muscular. En el caso de las mujeres, sus células liberaban todavía más calcio que en el caso de los hombres.
Estos resultados implicarían, según los investigadores, que la obesidad deja unas huellas en las células que afectan a la respiración de quienes la padecen, pero que pueden ser identificadas y, por tanto, tratada de manera adecuada. Conociendo y reconociendo este cambio en los músculos involucrados en la respiración estos pacientes podrán obtener un tratamiento más adecuado que no incluya necesariamente corticoides.
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