Desde 1945, cada año, se reúne la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, asisten normalmente jefes de Estado, jefes de Gobierno y ministros de Relaciones Exteriores, además de los numerosos diplomáticos acreditados en sus respectivas misiones permanentes ante la ONU. Nadie discute la importancia de este organismo internacional multilateral creado por la racionalidad colectiva ante lo que representó la muerte y destrucción de la Segunda Guerra Mundial; por ahora, es impensable una Tercera Guerra Mundial por el ingrediente nuclear, sin vencedores ni vencidos, pero son incontables los conflictos en estos 73 años y sombrío el panorama para materializar un buen gobierno mundial. La Carta de San Francisco puede considerarse el primer intento de un necesario constitucionalismo internacional porque obliga a los miembros de la organización a comprometerse con principios éticos y jurídicos de carácter supranacional para ser plasmados en las constituciones y leyes de los Estados; por ejemplo, el reconocimiento de la resolución pacífica de las controversias entre las naciones recogido en el art. 33 de la Carta de la ONU. En materia de Derechos Humanos, el imperativo conducía hacia una justicia nacional e internacional, por eso la consecuente Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948, por vía de la solución y los posteriores pactos adoptados en 1966 y que entraron en vigor en 1976 sobre los Derechos Civiles y Políticos, y los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Igualmente, la creación de la Comisión de Derechos Humanos creada por la ONU en 1946 y la reformulación de la misma en el 2006 con el actual Consejo de Derechos Humanos.
Las Naciones Unidas han podido subsistir a situaciones de confrontación como la Guerra Fría en el tiempo de la bipolaridad, la descolonización que aceleró su crecimiento porque en 1945 sólo tenía 51 miembros y actualmente posee 197. Esto también originó la preocupación por un nuevo orden económico mundial.
Hoy se cuestiona el derecho a veto de las 5 potencias: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia, para una mayor democracia. El art. 07 dificulta toda reformulación del organismo, porque necesita la adopción y ratificación de los 2/3 de los Estados, incluidos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Todas las esferas
Hoy, la ONU cubre todas las esferas de la actividad humana, más allá de la resolución de conflictos, responsabilidad de proteger a las poblaciones, educación, salud y especialmente ante el calentamiento global, el desafío ambiental. La Fórmula Arria, facilita el acceso de la sociedad civil a los debates y decisiones de la ONU y a la participación de las múltiples ONGs en las diferentes instancias. Sigue siendo fundamental la conservación de la paz y la seguridad internacional, el desarrollo económico y social y el respeto de los Derechos Humanos; pero faltan medios humanos y económicos y continua la paralización o parcialización de acciones por la nueva confrontación entre las potencias, ha sido el caso de la guerra en Siria, donde ha sido imposible una acción común por la solidaridad absoluta de Rusia y China con el gobierno de Bashar al Assad y la oposición de Arabia Saudita y Estados Unidos. Igualmente, se ha cuestionado el principio adoptado en el 2005 por la Asamblea General de la “Responsabilidad de Protección” cuando las periferias afectadas están vinculadas a las metrópolis de la nueva bipolaridad que se ha instalado. Esto también ha incidido en materialización de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y de los posteriores Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para erradicar la pobreza, el hambre, y la desigualdad en el mundo, garantizando la educación primaria universal, promoviendo la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil, combatir enfermedades, preservar el medio ambiente y fomentar la cooperación mundial para el desarrollo.
Negar beneficios
La nueva política estadounidense con el presidente Trump, de proteccionismo y nacionalismo, ha encontrado eco en otras latitudes bajo el discurso de negar los beneficios del libre comercio y la internacionalización de las instituciones, permitiendo llegar al poder, como es el caso europeo, a gobiernos que tratan de destruir el andamiaje jurídico de 1945 con la creación de la ONU e instancias regionales como la Unión Europea y otros sistemas de integración regional. Es necesario reivindicar lo internacional a partir de realidades nacionales, que en nuestro continente ya lo formulara Simón Bolívar cuando hablaba de una nación de repúblicas. Nuestro compromiso tiene que seguir siendo con la integración de nuestros pueblos y de todos los pueblos del planeta. La ONU debe estar en esa dirección, pero necesita adaptarse a los tiempos con las reformas necesarias hacia una mayor democracia y participación colectiva.
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