Puede decirse que la historia de la civilización llevaba un ritmo hasta que el internet fue desarrollado. Desde entonces parece que la vida en sí tiene puesto el acelerador hasta el fondo; la comunicación, los avances tecnológicos, la información, etc., corren a velocidades inimaginables hace un par de décadas. Son muchas las personas que hicieron posible la era del internet en la que la humanidad dio, y sigue dando, un salto inconmensurable, pero sin duda hay un elemento clave que no siempre se menciona para que todo esto fuera posible: el café.
Sí, así comienza esta interesante historia sobre la primera webcam, con café. Y es que en el antiguo laboratorio de computación de Cambridge esta bebida era el combustiblede los investigadores y estudiantes del lugar. En el salón conocido como Trojan Room se encontraba la cafetera a la que muchas personas del plantel iban a recargar sus tazas. Sin embargo, como siempre sucede en estos casos, muchos terminaban decepcionados al encontrarse la cafetera vacía. Y como los ingratos que jamás recargan las cafeteras no iban ni van a desaparecer, dos investigadores decidieron hacer algo al respecto.
«Una idea loca de la tarde», así describe Quentin Stafford-Fraser la empresa que él junto a Paul Jardetzky desarrollaron para poner fin a aquella desgracia que se cernía sobre los necesitados de café, sobre todo en aquellos que se encontraban a un piso o dos de la cafetera con la preciada bebida. Ambos hicieron posible el monitoreo de la cafetera gracias al programa que escribió Stafford-Fraser, al que llamó XCoffee por emplear el protocolo X Window, mientras que su colega, Jardetzky, escribió el programa para el servidor. Así fue como las imágenes de la cafetera en escala de grises de 129 x 129 píxeles, a 1 fotograma por segundo llegó a los escritorios de los usuarios de la red del laboratorio.
Fue así que esta cafetera «saltó» a la fama —curiosamente otra dispensadora de bebidas calientes ligada a la tecnología—. En poco tiempo millones de personas alrededor del mundo se conectaban para verla. Stafford-Fraser dijo al respecto: «Era una cafetera vacía o llena, o en momentos más emocionantes tal vez una cafetera llena y media de la que tendrías que adivinar si subía o bajaba». Por supuesto que esto suena a «años luz» de distancia de lo que hoy en día podemos ver a través de nuestras pantallas, sin embargo, en aquellas épocas tempranas del internet la Cafetera de la Trojan Room tuvo bastante fama, menos por curiosidad de saber cuánto café les quedaba en el laboratorio que por el interés de los alcances del internet.
Acá podemos ver cómo se hablaba de ella para entonces.
Luego de ocho años en línea el streaming de la cafetera se dio por terminado en 2001. No sin una cobertura mediática a nivel internacional; Stafford-Fraser dice que es comprensible que llegara a su fin pues, al fin y al cabo, «un año en internet es como siete en la vida real», así lo explica en entrevista. De hecho la última imagen de la primera webcam de la historia es una en donde se ve la mano de uno de los científicos a punto de pulsar el botón de off a la computadora que hizo posible la transmisión de la mítica Cafetera de la Trojan Room.
No todo terminó ahí para la famosa cafetera, esta fue subastada en eBay y comprada por la revista alemana Der Spiegel por £3,350 —unos 3,800 euros—. Desde el verano del 2015 la cafetera está en préstamo permanente en el Museo Alemán de la Tecnología en Berlín.
Así fue como la primera webcam nació, de una idea loca de la tarde, un pequeño código y, claro, una gran necesidad de café; tal como son otras anécdotas en la historia de la computación: sencillas, perfectas y que las conocemos, a la luz de las tecnologías con las que vivimos día a día, con un inevitable halo de nostalgia por aquellas épocas tan lejanas que ocurrieron hace relativamente muy poco, como si habláramos —y lo es— de un mundo distinto.
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