Los enfrentamientos en Ecuador han recrudecido en las últimas horas con la llegada de miles de manifestantes indígenas a Quito, lo que ha provocado la evacuación del Palacio presidencial y el traslado de la sede de Gobierno a Guayaquil.
Las estrechas calles del centro histórico volvieron a convertirse este lunes en un campo de batalla entre manifestantes de distintos grupos y la policía, con la quema de neumáticos, lanzamiento de piedras, cócteles Molotov y destrucción masiva de propiedad pública, según constató Efe.
Como en las de la semana pasada, en las protestas de este lunes también tomaron parte grupos de izquierdas, sindicalistas y jóvenes de distintas afiliaciones políticas de oposición, a los que se sumaron los primeros indígenas que consiguieron llegar a Quito.
Su llegada a la avenida 10 de Agosto, a la altura de San Blas, con dirección al casco antiguo, condujo al inevitable choque con cientos de agentes del orden a pie y a caballo, que les lanzaron gases lacrimógenos y trataron de cortarles el paso hacia la Presidencia.
Escenario de fuertes disturbios fue la emblemática plaza de Santo Domingo, a unos cientos de metros de la presidencia y de la que la Policía debió retirarse ante el insistente avance de los manifestantes.
Por el momento no se ha informado de si se han producido víctimas, y la confusión continuaba en toda la zona en medio de las denuncias por la violenta actuación de las fuerzas del orden en los últimos días.
Las protestas comenzaron poco después de que fuerzas militares evacuaran el Palacio de Carondelet, y trasladaran a Guayaquil al presidente Lenín Moreno.
Desde esa ciudad, el mandatario compareció ante la ciudadanía por televisión y radio para pedir calma y tender la mano a los grupos sociales, a la vez que acusaba al expresidente Rafael Correa, de un «intento de golpe de Estado».
«Lo que ha sucedido no es una manifestación social de protesta frente a una decisión de Gobierno. Aquí hay una manifestación política para romper el orden democrático, dijo antes de lanzar los dardos a sus tradicionales oponentes estos dos últimos años.
Y agregó que hay «individuos externos pagados y organizados» para utilizar la movilización de los indígenas con fines de saqueo y desestabilización.
EFE