No es algo nuevo. Se repiten en el tiempo y muchos dicen que terminará en un feliz matrimonio. Uno se acerca en cuanto puede y el otro espera agazapado su momento. Sin romper el orden establecido con el PSG, que pasa por el respeto y la claridad en los movimientos de las dos entidades. Hablamos de Kylian Mbappé y sus constantes gestos hacia el Real Madrid.
Nos olvidamos ya de la época en la que el francés estuvo en Valdebebas probando no siendo más que un niño. Dejamos atrás incluso el verano de 2017 cuando estuvieron a un paso de unirse contrato de por medio. Nos remitimos a las dos últimas semanas y más concretamente a la noche del lunes durante la gala del Balón de Oro.
Primero fue Zidane el que declaó su amor en rueda de prensa, aunque luego Leonardo, director deportivo y portavoz del PSG, dijera que Mbappé continuará en el equipo francés si o sí. En lo que no echó cuentas el brasileño fue en los aplausos reciprocos con los que Bernabéu y Mbappé se despidieron el pasado martes.
El siguiente episodio de esta relación, que no el último, ha tenido lugar hace unos días, justo cuando el PSG ha puesto sobre la mesa del delantero francés un contrato con el que estaría por encima de Neymar en cuanto a millones de euros y reconocimiento. Mbappé calla, mantiene el pulso y alarga la agonía parisina al saber que su contrato termina por el momento el 30 de junio de 2022.
En el teatro Chatolet, lugar donde France Football entregó su Balón de Oro, el francés volvió a derrochar simpatía y carisma entre los aficionados y cercanía con los jugadores del Real Madrid, especialmente con Vinicius. Los delanteros inmortalizaron su amistad con fotos y mensajes de aliento, en otro acercamiento más de Mbappé al madridismo.
Ahora solo falta por saber si el punta resistirá los ataques del PSG para que renueve su contrato, condición para que el Real Madrid pueda entrar en una posible operación, ya que no va a mover un dedo de espaldas a Al Khelaifi.
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