El ministro de Salud de Brasil, Luiz Henrique Mandetta, pidió un «único discurso» del Gobierno para combatir el nuevo coronavirus porque la población «no sabe» si debe «escucharle» a él o «al presidente», Jair Bolsonaro, quien defiende acabar con el confinamiento impuesto en varios estados y municipios.
«Espero que esta validación de los diferentes modelos para hacer frente a esta situación pueda ser común y que podamos tener un discurso único y unificado», afirmó Mandetta en una entrevista a la red Globo divulgada en la noche del domingo.
El ministro, médico de profesión, es partidario de mantener las medidas de aislamiento social para contener la expansión de la pandemia, una postura diametralmente opuesta a la del mandatario, más preocupado con las consecuencias económicas y el desempleo.
Además, el jefe de Estado ha desafiado las recomendaciones de las autoridades sanitarias varias veces con paseos esporádicos por Brasilia, menospreciado la gravedad de la crisis y calificado la enfermedad de «gripecita» y «resfriadito».
En un pronunciamiento en red nacional, también incentivó a los brasileños a que vuelvan a sus puestos de trabajo porque el desempleo también provoca «muertes».
Mandetta consideró que ese doble discurso del Gobierno confunde al brasileño porque «no sabe si escucha al ministro de Salud» o «si escucha al presidente».
En este sentido, señaló que las diferentes estrategias de uno y otro «preocupan» porque la población observa y piensa: «¿Pero está el ministro en contra del presidente?».
Aunque luego matizó que «no hay nadie contra ni a favor de nada», pues «el enemigo» común es el nuevo coronavirus, que en Brasil ha dejado hasta este domingo 1.223 muertos y 22.169 contagios.
Por otro lado, el ministro de Salud prevé además que en «los meses de mayo y junio» llegará el pico de la pandemia en el país suramericano.
Ese pronosticó choca con la evaluación del mandatario ultraderechista, quien en una videoconferencia con líderes religiosos transmitida en la víspera con motivo de la Pascua manifestó que «parece que la cuestión del virus está comenzando a irse».
Las divergencias entre Bolsonaro y Mandetta se han intensificado desde que la pandemia llegó a Brasil y el jefe de Estado ha sugerido veladamente en alguna ocasión el cese de Mandetta, aunque nunca llegó concretarlo.
Por su parte, Mandetta volvió a defender el confinamiento temporal de toda la población y afirmó que la propagación de la pandemia dependerá de la respuesta social a esas recomendaciones.
«Cuando uno ve personas entrando en una panadería, entrando en el supermercado y haciendo fila una detrás de la otra, pegadas, personas haciendo pícnic en un parque, eso es claramente una cosa equivocada», denunció.
El jueves pasado, Bolsonaro, de 65 años, visitó una panadería en Brasilia y se fotografió con los vendedores del establecimiento y algunos seguidores.
Un día después, el mandatario se dirigió con un nutrida comitiva al acomodado barrio de Sudoeste, en Brasilia, donde escuchó tantos aplausos como cacerolazos de vecinos recluidos en casa por la cuarentena.
Diversas encuestas indican que cerca del 75 % de los brasileños aprueba la forma en que Mandetta gestiona la crisis sanitaria, en tanto que el resto coincide con Bolsonaro en que la gravedad de la pandemia ha sido «exagerada», en buena medida por la prensa.
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