EE.UU. vive su cuarta jornada de protestas a raíz de la muerte de George Floyd, un afroamericano que falleció bajo custodia policial a principios de esta semana, lo que desató una ola de indignación nacional.
Mineápolis (Minnesota) fue escenario de las primeras protestas pacíficas contra la brutalidad policial, que pronto derivaron en enfrentamientos directos y violentos con la Policía, registrándose actos de saqueo y vandalismo. Los disturbios se extendieron rápidamente a otras ciudades estadounidenses.
Las manifestaciones se intensificaron aún más después de que el fiscal del condado de Hennepin, Mike Freeman, anunciara el jueves que no tiene intención, de momento, «de imputar cargos ni de detener» al agente responsable de la muerte de Floyd, Derek Chauvin. «Hay otras pruebas que no respaldan un cargo penal. Necesitamos sopesar todas esas pruebas para llegar a una decisión coherente, y lo estamos haciendo lo mejor que podemos», precisó Freeman en declaraciones a los medios.
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En Mineápolis, grupos de manifestantes irrumpieron en el tercer cuartel general de la Policía de la ciudad, incendiando y destruyendo todo a su paso. Los agentes han huido del lugar, perdiendo el control de la situación.