“Tiempos de dificultad”
Encontrándome a orillas del río Orinoco, reflexionaba sobre la grandeza de nuestros territorios, inmarcesibles y bondadosos, con grandes potencialidades económicas, turísticas, agrícolas, pesqueras y espirituales. La mujer y el hombre de nuestros tiempos requieren de ejercicios de internalización y reflexión para dedicar más tiempo al pensar, soñar y trabajar por lo elementos esenciales de la vida.
De niño, veía con admiración a los adultos, concebir propuestas, aportes y soluciones que harían más llevadero nuestro contexto social, tanto indígena como no indígena. Con el pasar de los años, ya hecho adulto, mi admiración se desvanecía, analizando el comportamiento social y cultural de los hombres, de la sociedad, ir por rumbos y derroteros distintos a lo esperado. No había sincronía en el devenir social y cultural del hombre y la naturaleza. Esto solo cambiará cuando la nueva generación de hombres y mujeres, asuma una conducta con valores y ética socialista, sin discriminación, sin exclusiones, donde la vida y el ambiente permanezcan en franca armonía y perfecto equilibrio.
Ya superados los elementos socioculturales, no basta con tener una formación social aceptable, sino que se hace necesario servir a particulares, en la que no es suficiente una formación de principios, sino que se superpone acepciones de lealtad, compromiso, subordinación y hasta complicidad. ¿Será qué se deriva de aquello, de que la sociedad es cambiante? Ya nada es lo que parecía ser, sino que se perfila a la conducta del ser humano en su reacomodo social.
Ser líder o lideresa en los Pueblos indígenas, no basta con tener conocimiento occidental, el cual ha sido un error que se ha pagado con alto costo, por el afán de establecer una interacción con el mundo externo. El cual vale mencionar no fue casual, por el contrario fue inducido, al punto de ofrecer progreso a los pueblos y comunidades indígenas a cambio de la intervención en la armonía con la naturaleza.
Los voceros, representantes, lideres o lideresas que de acuerdo al pueblo indígena, varia la denominación, en la época de apogeo por la interacción con el mundo externo, se elegía de acuerdo al desempeño y facilidad de comunicarse con la sociedad no indígena, por lo general eran jóvenes, individuos que ya venían intervenidos culturalmente por misiones religiosas en donde se le obligaba dejar a un lado el idioma originario por el idioma de la sociedad mayoritaria, cualidad que era indispensable para llegar al cargo de jefe de determinada comunidad.
Esta acción se generalizó en la mayoría de los pueblos indígenas, el cual trajo como consecuencia que quienes dirigían a las comunidades indígenas eran individuos que poco sabían de la cultura y con la masificación de tal acción, se ha conducido por años a las comunidades indígena con el menor sentimiento originario, razón por el cual la transformación social, inevitablemente, ha afectado en forma negativa a los pueblos indígenas.
Los tiempos han cambiado, sin embargo las secuelas de ese hecho social ha marcado el porvenir de la cultura originaria. Son otros tiempos de dificultad, donde se hace necesario el reencuentro en medio de la diversidad cultural, jóvenes, adultos, abuelos, y sabias, para conducir los destinos de nuestros pueblos, sin entregar la esencia e identidad, somos una sociedad originaria que en estricto respeto a la madre tierra, luchamos por mantener características de territorialidad, comunidad, pueblo y cultura.
¡La historia la escribe el vencedor!
Por Pedro Requena