Enseñar a los niños a valorarse, respetarse y tratarse con cariño es clave para su desarrollo. Descubre qué puedes hacer para que los niños crezcan confiando en sí mismos y en su potencial.
Ayudar a los niños a que construyan una fuerte autoestima es una de las tareas más importantes que tienen los padres. Enseñarles cómo valorarse, respetarse y tratarse con cariño es clave desde los primeros años de su vida. Ahora bien, ¿cómo hacerlo?
Los padres son las personas más importantes para sus hijos. Son quienes ejercen la mayor influencia en la compleja pero bonita tarea de conocerse a sí mismos, el sostén desde el que descubrir el mundo y al que recurrir cuando se sienten perdidos. Quienes les proporcionan el espejo para comenzar a reconocerse. Por ello, es tan importante que comiencen a cultivar en ellos la aceptación.
Así, cuando los padres aceptan a sus hijos tal y como son, los valoran y aprecian, les proporcionan un escudo psicológico que les protegerá de por vida. Pero lamentablemente, no siempre es así. No todos los padres son capaces de cubrir las necesidades emocionales de sus hijos. No obstante, siempre puede aprenderse el maravilloso arte de la aceptación, aun en la adultez.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que los niños aprenden de sus padres, de los comportamientos que manifiestan, las palabras que dicen y los gestos que representan. Así, si todo este conjunto de respuestas tienen como hilo conductor al amor , el cariño y la seguridad, los niños interiorizarán que son valorados, queridos y respetados, es decir, que son tenidos en cuenta. Estas serán sus primeras lecciones de vida y buena autoestima.
Ahora bien, si los niños son tratados desde el desprecio, la agresividad o la indiferencia alimentarán en su interior la desesperanza, el rechazo o el sentimiento de abandono. De esta forma, aprenderán que no son queridos, sino invisibles y su autoestima se verá perjudicada. Por tanto, es importante:
- Reconocer su potencial en lugar de señalarles constantemente sus errores. Esto no quiere decir que no lo hagamos, pero siempre desde una perspectiva de oportunidad para crecer.
- Evitar crear expectativas sobre su futuro, forma de ser y comportamientos.
- Escucharles e interesarse por aquello que quieran compartir con nosotros, al igual que preguntarles y hacerles partícipes.
- Reconocer y validar sus emociones. Si calificamos como “malos” sus sentimientos o hacemos que los repriman o nieguen, el resultado puede ser una baja autoestima, una conducta insincera y una pérdida de conexión con sus sentimientos. Por lo tanto, hay que valorar todo el abanico de emociones que experimenten, en lugar de valorar solo las positivas.
- Proporcionar un clima seguro y de aceptación que invite a los niños a expresar cómo se sienten.
- Ayudarles en la expresión de su malestar. Por ejemplo, a través de actividades como escribir, dibujar, contar un cuento, interpretar, etc.
- Contarles una situación similar en la que nos sintamos igual que ellos, para así fomentar la idea de que lo comprendemos.
- Ser un buen modelo en el afrontamiento de sentimientos intensos.
- Ayudarles a sentirse bien en situaciones de decepción o derrota.
Como vemos, ser padre implica ser instructor y formador de habilidades para vivir en el mundo. De esta forma, el uso de la disciplina resulta necesario. Ahora bien, esta no puede ser una agresión a la autoestima, sino un medio para crear un entorno seguro que facilite el aprendizaje y la autonomía.
Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca (2012) y habilitada como Psicóloga General Sanitaria, número de colegiada: EX01253. Directora de TFM en el Master Universitario en Terapias de Tercera Generación de la Universidad Internacional de Valencia.