Sin alumbrado público, sin servicio de agua potable, maleza por doquier, calle sin asfalto, deficiencias en el servicio eléctrico, entre otros, forman parte de las carencias que día a día deben afrontar quienes hacen vida en el callejón Los Pinos en la parte baja de Agua Salada.
Vecinos del lugar manifestaron que llevan más de dos años sin recibir agua potable por tuberías viéndose obligados a tener que comprar el vital líquido a costos excesivos; además, deben soportar como los amigos de lo ajenos llegan al callejón por las noches para intentar penetrar en alguna casa que se encuentre sola o, en otros casos, a esconderse tras cometer alguna fechoría, pues, el monte y la oscuridad lo han convertido en el sitio ideal para que malhechores evadan a las autoridades.
«Aquí estamos sin agua desde hace años, la maleza nos volvió a invadir, la calle no está asfaltada y eso dificulta a la hora de traer un camión cisterna porque ninguno se quiere meter para acá porque la calle está casi impenetrable. A todo eso súmale que de noche esto es una boca de león, la oscuridad es tremenda y en la madrugada uno escucha a los malandros escondiéndose, fumando sus porquerías o, con en días pasados, viendo cuál casa está sola para meterse a robar», detalló Carlos Gómez.
Las constantes fallas en el suministro eléctrico también están a la orden del día en el callejón Los Pinos.
«Todos los días hay un bajón. Aquí a casi todos se nos han quemado aparatos electrodomésticos y quién nos responde. Allí tengo dos televisores quemados. A una vecina se le quemó un aparato de aire acondicionado. Todos los días a eso de las cinco hay que estar pendiente porque la mayoría de las veces es a esa hora que se producen los bajones o las idas de luz por largas horas», acotó.
Finalmente, hizo un llamado a las autoridades competentes.
«Nosotros lo único que pedimos es que como gobernantes nos ayuden a tener la calidad de vida que merecemos. Aquí hay adultos mayores que dan tristeza al verlos todos los días como esclavos cargando agua desde lejos porque no tienen como pagar ni siquiera para que venga alguien les llene un tambor aunque sea. Nos sentimos inseguros, desprotegidos. Merecemos esa mayor suma de felicidad posible que tanto nos nombraba el comandante Chávez», concluyó.
Redacción Gledis Bonilla