La nueva oleada de protestas raciales en EE.UU. llegó la madrugada del jueves a Oakland, la ciudad con mayor presencia de afroamericanos del área de la Bahía de San Francisco, donde se produjeron disturbios, fuegos y cargas policiales por primera vez desde julio.
Centenares de manifestantes se concentraron a las 20.00 horas del miércoles (3.00 GMT) en las cercanías de la principal comisaría de Policía de la ciudad, que apareció completamente blindada, y desde allí marcharon por las calles de la urbe dejando a su paso cristaleras rotas, barricadas y multitud de pequeños fuegos.
Usando tácticas de guerrilla urbana, los manifestantes avanzaron a gran velocidad y fueron cambiando su destino según la presencia policial, aunque finalmente en torno a las 22.00 horas (5.00 GMT), la Policía ordenó por megafonía que se disolviesen y procedió a cargar.
La ciudad, que tiene casi un cuarto de población negra y es una de las más empobrecidas de la zona especialmente cuando se compara con sus vecinas San Francisco y San José ya fue hace unos meses escenario de violentos enfrentamientos entre manifestantes y Policía a raíz de la muerte del afroamericano George Floyd.
En esa oleada de protestas, el centro histórico de Oakland se convirtió noche tras noche en un campo de batalla, se llenó de fuegos y humo y se saquearon tiendas y restaurantes, una escena que no se había dado desde julio, pero que esta madrugada se volvió a repetir.
La Policía local alertó de los disturbios en Twitter y avisó a los manifestantes de que en el grupo se hallaban varios «agitadores».
Esta nueva oleada de protestas raciales en EE. UU. se desató el domingo después de que un agente de policía de Kenosha (Wisconsin) disparase siete veces en la espalda al afroamericano Jacob Blake, quien se teme que haya quedado parapléjico.
EFE