El expúgil cumanés fue el primer atleta venezolano en lograr la presea de oro olímpica
El haber conquistado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de México 1968 marcó para bien la vida del púgil venezolano Francisco “Morochito” Rodríguez, quien este 20 de septiembre cumple 75 años de existencia, rodeado de recuerdos por su gran hazaña olímpica.
Han pasado 52 años del decisivo combate contra el coreano Joung-Ju Lee al que derrotó por decisión unánime para darle al país el primer oro olímpico, convirtiéndose desde ese momento en una de las glorias del deporte venezolano.
Celebra su onomástico rodeado de familiares y amigos. Es un momento propicio para evocar sus hazañas en el mundo del boxeo, disciplina en la que se transformó en un auténtico ídolo de los venezolanos, a pesar de que no quiso pasar al campo profesional.
Su momento de gloria ocurrió en esos Juegos Olímpicos realizados en Ciudad de México en 1968. Llegó a ese evento con 23 años, luego de demostrar, tanto en su natal Cumaná como en la capital, su plena solvencia sobre el ring.
En México estaba convencido de que ganaría la medalla de oro, sin dejar de reconocer que tenía rivales de categoría, pero se presentó al entarimado azteca convencido en poder demostrar su calidad en los ensogados.
En su primera salida se enfrentó al gran favorito cubano, Rafael Carbonell, a quien derrotó por decisión unánime. Tres días más tarde le dio una felpa al neozelandés Khata Karunarathe.
La inspiración de “Morochito” estaba en todo lo alto, según lo recuerda, pero tenía por delante en semifinal a un rival muy fuerte como lo era el canadiense Harlan Marbley, campeón de los Juegos Panamericano de 1967.
A ese adversario también lo llenó de guantes llevándose la victoria con el veredicto unánime de los jueces.
El camino a la presea dorada estaba despejado. Así, el sábado 26 de octubre de 1968, en la Arena México, Rodríguez tenía como rival al asiático Lee, considerado uno de los púgiles más sólidos en la debutante división mini mosca o mosca ligero (108 libras).
El cumanés empezó ese careo con problemas. Había tenido que rebajar en forma violenta varias libras de peso, pues inexplicablemente se había pasado del tope de la división.
Por esta causa afirmó que se sentía muy nervioso y un tanto disminuido en su accionar. Ello le impedía soltar los golpes con fuerza y velocidad. Además las piernas tampoco acompañaban el ritmo.
Recuerda que en el segundo round, encontró su rutina y logró emparejar la pelea, y en el tercero se soltó con todo su arsenal boxístico y logro conectar sus mejores golpes para lograr la decisión y con ello la ansiada presea dorada.
Al llegar a Venezuela tuvo un recibimiento de héroe en el aeropuerto de Maiquetía. Centenares de aficionados bajaron al terminal aéreo a vitorearle por el galardón que con tanto esfuerzo había obtenido.
La historia se repitió al retornar a su natal Cumaná, donde miles de aficionados lo cargaron en hombros al descender del avión hasta que recibió el esperado abrazo de su madre y resto de familiares.
En su carrera deportiva conquistó 266 victorias por solo cuatro derrotas, según lo confirma el dirigente del boxeo José Duque.
Otro de sus grandes triunfos fue la medalla dorada en los Juegos Panamericanos realizados en Cali, Colombia, en 1971
Hoy cuando celebra sus 75 años de fructífera existencia se dedica a enseñar los secretos del boxeo a jóvenes de diferentes barriadas de la capital en un club que lleva su nombre y que está ubicado en la parroquia La Vega. Allí sueña con que alguno de sus pupilos pueda imitar su legado olímpico. El Universal