A pesar de su mala reputación, los perros y los gatos pueden coexistir pacíficamente e incluso pueden llegar a comunicarse entre ellos.
Los perros se adaptarán al estilo de comunicación del gato. Esto implica tocar la nariz en forma de saludo, por ejemplo. Además, los perros también entienden cuando un gato quiere quedarse solo.
Por otro lado, un gato rara vez se adapta al perro.
Aunque se comuniquen pueden surgir divergencias, ya que los perros son considerablemente más táctiles que los gatos. Con tiempo y paciencia, se establecerá un lenguaje compartido.