NACIONES UNIDAS, 15 dic (Xinhua) — La crisis que enfrenta el mundo por la pandemia de COVID-19, no será la última a menos que los humanos moderen las presiones que ejercen sobre el planeta, afirma un informe de la ONU publicado el martes.
Según el reporte, titulado «La Próxima Frontera: el Desarrollo Humano y el Antropoceno», los líderes mundiales deben tomar medidas audaces para reducir la inmensa presión que se ejerce sobre el medio ambiente y el mundo natural, o el progreso de la humanidad se estancará.
«Los seres humanos dominan el planeta más que nunca. A raíz de la COVID-19, el aumento récord de la temperatura y la desigualdad social, es hora de usar ese poder para redefinir lo que entendemos por el progreso, donde ya no pueden esconderse nuestras huellas de carbono y consumo», dijo Achim Steiner, administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
«Como muestra este informe, ningún país del mundo ha logrado un desarrollo humano muy alto sin ejercer una gran presión sobre el planeta. Pero podríamos ser la primera generación en corregir este error. Esa es la próxima frontera para el desarrollo humano», dijo Steiner.
El documento, «con un mayor énfasis en los temas que definen nuestros tiempos, como el cambio climático y las desigualdades, nos ayuda a dirigir nuestros esfuerzos hacia el futuro que deseamos», dijo el primer ministro sueco, Stefan Lofven.
La próxima frontera para el desarrollo humano requerirá trabajar con y no contra la naturaleza, mientras se transforman las normas sociales, los valores y los incentivos gubernamentales y financieros, reza el informe.
Por ejemplo, para el 2100, los países más pobres del mundo podrían experimentar hasta 100 días más al año de clima extremo debido al cambio climático, cifra que podría reducirse a la mitad si el Acuerdo de París se implementa en su totalidad, dice.
La reforestación y el mejor cuidado de los bosques podrían representar aproximadamente una cuarta parte de las acciones que los humanos deben tomar antes de 2030 para evitar que el calentamiento global alcance dos grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, agrega.
Además, las desigualdades dentro y entre países, con profundas raíces en el colonialismo y el racismo, significan que las personas que tienen más poder adquisitivo disfrutan de los beneficios de la naturaleza y exportan los costos, señala el informe, que agrega que esto ahoga las oportunidades para las personas que tienen menos y minimiza su capacidad para hacer algo al respecto.
A su vez, la discriminación étnica a menudo afecta gravemente a las comunidades y las expone a altos riesgos ambientales, como desechos tóxicos o excesiva contaminación, tendencia que se reproduce en áreas urbanas de todos los continentes, expone.
La publicación expone que a medida que las personas y el planeta entran en una época geológica completamente nueva, es hora de que todos los países rediseñen sus caminos hacia el progreso teniendo en cuenta las peligrosas presiones que los humanos ejercen sobre el planeta y desmantelen los graves desequilibrios de poder y oportunidades que impiden el cambio.
Las acciones públicas pueden abordar estos desequilibrios con, por ejemplo, impuestos cada vez más progresivos o la protección de las comunidades costeras a través de inversiones preventivas y seguros, una medida que podría salvaguardar la vida de 840 millones de personas que viven a lo largo de las costas de baja elevación del mundo. Dicho esfuerzo debe ser conjunto para garantizar que las iniciativas no enfrenten más a las personas contra el planeta, según la ONU.
El informe también introduce dos indicadores más, las emisiones de dióxido de carbono de un país y su huella material, en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), compuesto estadístico de los indicadores de esperanza de vida, educación e ingresos per cápita, para mostrar cómo el panorama del desarrollo global cambiará si tanto el bienestar de las personas como el del planeta comienzan a tomarse como claves para medir el progreso de la humanidad.
El índice ajustado de este año (PHDI, siglas en inglés) esbozó una evaluación menos optimista pero más clara del progreso humano. Por ejemplo, más de 50 países abandonarían el grupo de «alto desarrollo humano», lo que refleja su dependencia de los combustibles fósiles y su huella material. Mientras tanto, países como Costa Rica, Moldavia y Panamá se mueven hacia arriba en al menos 30 puestos, demostrando que es posible ejercer una menor presión sobre el planeta.
«Si bien la humanidad ha logrado cosas increíbles, está claro que hemos dado por sentada la permanencia de nuestro planeta», dijo la enviada del secretario general de la ONU para la Juventud, Jayathma Wickramanayake.
«Necesitamos transformar nuestra relación con el planeta: hacer que el consumo de energía y materiales sea sostenible, y asegurarnos de que todos los jóvenes estén educados y capacitados para apreciar las maravillas que puede brindar un mundo saludable», dijo.
Hoy en día, las profundas fracturas sociales ponen a las personas y al planeta en riesgo de colisión, señaló Pedro Conceicao, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD y autor principal del informe.
«La próxima frontera para el desarrollo humano no es elegir entre personas o árboles; sino reconocer, hoy, que el progreso humano impulsado por un crecimiento desigual e intensivo en carbono ha llegado a su fin», dijo.
Al abordar la desigualdad, capitalizar la innovación y trabajar con la naturaleza, el desarrollo humano podría dar un paso transformador hacia adelante para asistir a las sociedades y al planeta juntos», agregó.
Xinhua