***La crisis lo obligó a dejar su trabajo de casi dos décadas para convertirse en el popular “bollerito” del mercado Periférico, ofreciendo ricos desayunos y un agradable servicio que deja a todos con ganas de más.
La crisis es sinónimo de oportunidad”, así reza por allí una frase, y prueba de ello es el venezolano que no se queda tranquilo cuando “la cosa se pone dura”. Sacando soluciones y buscando alternativas hasta encontrarlas, pues, el objetivo e ir un paso adelante ante lo adverso.
Prueba de ello es un bolivarense, a quien la crisis obligó a dejar su trabajo de casi dos décadas para convertirse en el popular “bollerito” del mercado Periférico, ofreciendo ricos desayunos y un agradable servicio que deja a todos con ganas de más.
Él es Amilcar Parra, casado, padre de dos hijos, quién dedicó 19 años de su vida a laborar desde una oficina, trabajo que obligatoriamente tuvo que dejar debido a limitaciones físicas y a un salario insuficiente.
Este emprendedor se levanta todos los días a las 4:30 AM para afinar detalles y estar listo para ir a vender desayunos al mercado.
Ofrece pastelitos de masa casera y bollitos rellenos de carne, pollo y guiso de hallaca, y para tomar, papelón con limón.
El trabajo comienza desde el día anterior. En compañía de sus hijos, Amilcar prepara los guisos.
“Compro todo lo que necesito, buscando los mejores precios. Mis hijos me ayudan a cortar los aliños y entre todos vamos preparando. Yo aprendí a cocinar con una tía cuando era un niño, ella me enseñó los secretos de la sazón. Con ella aprendí que la calidad es lo más importante a la hora de ofrecer un servicio”, comenta.
En las mañanas, su esposa lo levanta para empezar la otra parte de la faena. Mientras ella le prepara el papelón con limón, él empieza a freír los pasteles y a sancochar los bollos. Una vez todo listo y bien guardado, se despide con un beso y a vender.
“Llegó el bollerito”, “llegó el gordo de oro”. Así reciben a Amilcar en el mercado sus clientes fijos.
“Esto de vender en el mercado inició así. Después de muchas pruebas en casa mi esposa y yo decidimos montar un puesto de cenas en el estacionamiento y allí fundamos el famoso Mesón del Sabor. Luego por la crisis y la falta de efectivo cerramos y de tanto pensar qué hacer para mantener a nuestra familia, mi cuñada quien tiene un puesto en el mercado me dio la idea de hacer unos bollitos para probar la cosa, me recomendó con varios vendedores y bueno allí inicié. Poco a poco fui haciendo mas y más. Primero iba con una cavita ahora tengo una mucho más grande y un termo para el papelón. Corrí el riesgo, me atreví y gané”, dice, al tiempo que ya comienza a vender los primeros desayunos del día.
Este “gordito de oro” también destaca por su peculiar forma de dar servicio. Recibe a sus clientes con una sonrisa, les recarga la bebida sin cobrar un adicional, les pregunta por su familia y hasta les cuenta anécdotas.
“Atender al publico me gusta mucho. Me esmero para que el cliente se sienta satisfecho y a gusto con mi trato, que disfruten y pasen un rato ameno”, agrega.
Quien come en el carrito de Amilcar también se lleva un buen consejo.
“A todos los que vienen les digo que por favor usen debidamente el tapaboca. El COVID no es un invento. Y eso es un llamado para todos, comerciantes y compradores”, expresa.
Finalmente, el popular “bollerito” da gracias a Dios porque en medio de un panorama oscuro pudo encontrar una luz en el camino.
“ A pesar de la crisis económica, yo agradezco a Dios por estar aquí trabajando sanamente y luchando por mi familia”.
También aprovecha para hacer una invitación a quienes visitan el mercado Periférico. “Les invito a comerse los ricos pastelitos y bollitos, y a tomarse el papelón con limón de esta gordito de oro”.
Redacción/Gledis Bonilla.