Su ingreso desde la ciudad de Tijuana (norte) marcó el fin de la medida que los obligaba a permanecer en México mientras los tribunales estadounidenses respondían sus solicitudes.
Esa política había sido impuesta por el exmandatario Donald Trump mediante el Programa de Protección al Migrante (MPP).
Los migrantes cruzaron en un autobús hacia la vecina San Diego, acompañados por personal de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), constató un periodista de la AFP.
Un oficial a cargo de un refugio de San Diego confirmó de su lado que esas personas estaban ya alojadas en un hotel y que recibirían ayuda para llegar a sus destinos.
Para ser beneficiarios inmediatos, los interesados tienen que haber iniciado un trámite de asilo.
“El ACNUR es quien dirige el proceso con el gobierno de México, ellos definen quiénes tienen un caso activo ante el juez de migración o una apelación”, explicó a la prensa Ericka Piñero, abogada de la organización defensora de migrantes Al Otro Lado.
– Devueltos –
En la puerta fronteriza del sector El Chaparral (Tijuana), numerosos migrantes pasaron la noche a un lado del cerco de barrotes que marca el límite.
Había un centenar de centroamericanos y unos 400 haitianos.
Con sus escasas pertenencias, algunos llevando familias enteras y usando mascarilla para protegerse del covid-19, miraban esperanzados hacia el norte.
La mayoría reconoció que no había iniciado trámite alguno y sólo tres consiguieron cruzar entre aplausos. Pero estuvieron poco tiempo en Estados Unidos: los regresaron aduciendo problemas informáticos.
La hondureña Nelly Cabrera cruzó con sus documentos para una audiencia que tenía programada este viernes, pero se la aplazaron para el próximo miércoles.
“Confío en el nuevo presidente, en que me escuche y me ayude porque ya tengo dos años acá”, declaró a la AFP tras ser devuelta a México.
– Esperanza y decepción –
La multitud veía desalentada el nulo movimiento hacia el norte. Allí estaba la haitiana Geraldine Nacice, quien llegó hace dos años a Tijuana y tiene una hija nacida en México.
“La verdad no tengo cita, pero ya no puedo ir a mi país, en Haití hay guerra ahorita. Mi familia me está esperando” en Estados Unidos, dijo.
Al cubano Yabdiel Álvarez también le aplazaron la audiencia prevista para este viernes, pero no le importa esperar un poco más.
“No existía ninguna esperanza, ya la hay con el nuevo presidente Joe Biden”, afirma.
Mientras, en Matamoros (noroeste), fronteriza con Brownsville y de donde se esperaba que salieran los primeros migrantes de un campamento erigido a unos pasos de territorio estadounidense, personal del ACNUR informó que empezarán a cruzar el próximo martes.
Allí, un grupo de personas procedentes de los estados de Guerrero y Chiapas pretendían ingresar para ser incluidas en el operativo, pero el campamento permanece cerrado desde el jueves.
Estados Unidos ha pedido evitar los desplazamientos a la frontera, indicando que solo quienes cumplen los requisitos de admisión serán llamados de forma ordenada.
Una autoridad migratoria guatemalteca informó este viernes que los países centroamericanos preparan un plan ante una posible ola de migración de haitianos, cubanos, asiáticos y africanos hacia Estados Unidos.
El gobierno mexicano había rechazado históricamente recibir a migrantes deportados de otras nacionalidades, pero con la llegada al poder del izquierdista Andrés Manuel López Obrador, en diciembre de 2018, México se convirtió de facto en un tercer país seguro.
López Obrador cedió a las presiones arancelarias de Trump, tras las multitudinarias caravanas de finales de 2018 y principios de 2019.
Así se consolidó el MPP, mediante el cual unas 70.000 personas habrían sido devueltas a México entre enero de 2019 y diciembre de 2020, según organizaciones civiles estadounidenses.
De acuerdo con el gobierno mexicano, en el país permanecen unos 6.000 migrantes como parte del programa “Quédate en México”.
WTC Radio