Bagdad se despertó este martes conmocionada por el sangriento atentado en un mercado popular reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI), un ataque que despierta preocupación sobre la capacidad de la organización yihadista, oficialmente derrotada, de golpear en pleno corazón de Irak.
Gritos, lágrimas, sangre y caos: la capital iraquí volvió a vivir el lunes por la noche el horror de los atentados luego de meses de relativa calma.
En víspera de la fiesta musulmana del Eid al Adha, que celebra el Sacrificio, las familias se apresuraban para hacer las compras en el mercado de Al Woheilat, en Ciudad Sadr, gigantesco barrio paupérrimo del este de Bagdad.
Según fuentes de seguridad y médicas, un kamikaze hizo detonar su cinturón de explosivos sembrando el pánico y el caso en el mercado, y matando a una treintena de personas, en su mayoría mujeres y niños. Al martes por la mañana no se había brindado ningún balance oficial, pero el número de víctimas es de al menos 36 muertos y unos sesenta heridos, según une fuente médica consultada por AFP.
Unas horas después de la matanza podían verse aún manchas de sangre en el suelo y los puestos, así como cientos de sandalias desparramadas entre los frutos y legumbres. El mercado estaba cerrado el martes y bajo alta vigilancia policial.
En un comunicado este martes, el primer ministro Mustafa al Kazimi prometió que “el terrorismo no permanecerá impune”, y que “los autores serán perseguidos allí hasta donde se esconden”.
Mensaje sangriento
El atentado tuvo lugar poco antes de una visita de Kazimi a Washington para reunirse con Joe Biden prevista para finales de la semana, y en un contexto político en deterioro a algunos meses de las elecciones legislativas de octubre.
“A medida que se acercan las elecciones, las operaciones terroristas tienden a enviar el mensaje de que el sistema político es frágil y deficiente. El ataque busca probar que la organización (EI) sigue existiendo y es capaz de alcanzar sus objetivos en Bagdad”, estimó el presidente de la Asociación iraquí de Ciencias Políticas, Osama Saidi.
El EI, que controló importantes partes del territorio iraquí entre 2014 y 2017, fue derrotado por las tropas iraquíes apoyadas por una coalición internacional antiyihadista dirigida por Estados Unidos.
No obstante, células de esta organización siguen presentes en el país, en particular en las zonas montañosas y desérticas, y reivindican ataques puntuales.
En un atentado anterior, en enero, dos kamikazes hicieron estallar sus cargas explosivas en un mercado de Bagdad matando a 32 personas.
En abril, un civil murió en una explosión en Sadr City, pero las autoridades nunca confirmaron si se trató de un atentado.
En mayo, cuatro ataques no reivindicados pero atribuidos al EI tuvieron como objetivo militares iraquíes en ciudades cercanas a la capital, en los que murieron 18 personas.
Para el analista iraquí Jasem al Musaui, el atentado del mercado de Sadr City resalta “la debilidad de las fuerzas de seguridad, que no fueron formadas de manera profesional, sino en función de su lealtad política”.
Ciudad Sadr es el bastión de los partidarios del líder chiita Muqtada al Sadr, cuya influencia es a menudo determinante en la política nacional.
Las reacciones de horror se multiplicaron, y la ONU en Irak condenó un “horrible atentado que recuerda que el terrorismo no conoce límite”.
El lunes por la noche, el presidente iraquí, Barham Saleh, denunció en Twitter “un crimen odioso y de una crueldad sin precedentes”. “Atentan contra nuestros civiles en Ciudad Sadr en vísperas del Eid. No aceptan que la gente se alegre ni siquiera un momento”, afirmó.
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