A principios de esta semana terminó la visita de dos días a China de la subsecretaria de Estado de EE.UU., Wendy Sherman, que se reunió con el canciller del gigante asiático, Wang Yi, y el viceministro de Exteriores, Xie Feng, para discutir una amplia serie de temas en los que Pekín y Washington tienen sus desacuerdos.
Sherman se convirtió en la funcionara estadounidense de más alto rango en llegar a China desde que la Administración Biden asumió el poder. Su visita del 25 al 26 de julio a la ciudad de Tianjin se produjo mientras las relaciones entre las dos naciones se vuelven cada vez más tensas y la necesidad de diálogo se hace más evidente.
Desde el Departamento de Estado de EE.UU. precisaron con anticipación que la visita de Sherman a China se realiza «desde una posición de fuerza y solidaridad», mientras que el canciller del país asiático, Wang Yi, recordó que «China no aceptará ningún país que afirme ser superior a otros» y se mostró dispuesto a darle a Washington un «tutorial» sobre cómo tratar en pie de igualdad a otras naciones si fuera necesario.
Además, en vísperas de la visita de Sherman, Pekín sancionó a siete funcionarios de EE.UU., incluido el secretario de Comercio durante la Administración Trump, Wilbur Ross, en respuesta a las restricciones similares que el 16 de julio impuso Washington por la supuesta represión de Pekín en Hong Kong. Así, en vez de tradicionalmente emitir un gesto de buena voluntad antes de la reunión mientras EE.UU. ejerce presión, China mostró una posición firme y tal actitud podría convertirse en una nueva normalidad en la interacción entre Pekín y Washington, según los expertos consultados por el periódico Global Times.
Varios expertos expresaron bajas expectativas para estas negociaciones sugiriendo que no producirían resultados reales, y demostraron tener razón. No obstante, se puede constatar que las conversaciones transcurrieron mejor que las que se celebraron el pasado marzo en Anchorage (Alaska, EE.UU.) y que se caracterizaron por críticas, advertencias y acusaciones mutuas.
¿Cuáles son las posturas de Pekín y Washington?
Al terminar las negociaciones, desde el Departamento de Estado comunicaron que Wendy Sherman «mantuvo una discusión franca y abierta» con Wang Yi y Xie Feng sobre «una variedad de temas», incluyendo las «formas de establecer términos para la gestión responsable» de las relaciones bilaterales. Además, EE.UU. «da la bienvenida a la dura competencia» entre Washington y Pekín, y aseguró que no busca un conflicto con China.
Sin embargo, al mismo tiempo, Sherman «expresó su preocupación» sobre las acciones de Pekín que «van en contra» de los valores e intereses de EE.UU. y de sus aliados y que «socavan el orden internacional basado en reglas». Se trata de las tradicionales acusaciones de Washington contra China, como la supuesta «represión antidemocrática» en Hong Kong, «el genocidio y los crímenes de lesa humanidad en curso en Xinjiang», la restricción del acceso a los medios de comunicación y la «falta de voluntad» para cooperar con la OMS sobre los orígenes del coronavirus.
Asimismo fue mencionada la conducta de China en el ciberespacio, en el estrecho de Taiwán y en el mar de la China Meridional, entre otros temas.
Por su parte, el viceministro de Exteriores chino, Xie Feng, lamentó que las relaciones entre Pekín y Washington estén «en un punto muerto» y acusó a EE.UU. de querer convertir a China en un «enemigo imaginario» para desviar la atención de sus propios problemas internos y sofocar al país asiático.
Wang Yi, a su vez, señaló que, para que las relaciones bilaterales no se deterioren más, EE.UU. no debería desafiar, difamar y buscar subvertir el sistema socialista de China, ni debería interrumpir el desarrollo de China o interferir en su soberanía.
«Sobre el rumbo de la relación bilateral, China ha dejado claro que los dos países necesitan diálogo para encontrar una manera de coexistir con diferentes culturas y sistemas», dijo Wang, recordando que las cuestiones relacionadas con Xinjiang o Hong Kong nunca se han referido a violaciones de derechos humanos y que los altos aranceles impuestos a los productos chinos y las sanciones unilaterales de EE.UU. violan las regulaciones internacionales.
Pekín también exigió que EE.UU. levante las sanciones y restricciones de visa a los miembros del Partido Comunista de China y sus familias, así como a los estudiantes chinos, y que deje de reprimir a las empresas de la nación asiática. Además, China pidió que se deje de etiquetar a los medios chinos como «misiones extranjeras» y la revocación de la extradición de la directora financiera de Huawei Technologies, Meng Wanzhou.
¿Cómo podrán desarrollarse las relaciones entre China y EE.UU. en el futuro?
La reunión en Tianjin terminó sin ningún tipo de avances en las relaciones entre Pekín y Washington y con ambas partes manteniendo sus posturas confrontadas. No obstante, hay que mencionar que antes de la reunión el Departamento de Estado subrayó que el objetivo de estas conversaciones «no fue negociar sobre detalles, sino mantener abiertos los canales de comunicación a un alto nivel».
En este contexto los medios estadounidenses comenzaron a especular que Joe Biden y Xi Jinping podrían reunirse el próximo octubre en el marco de la reunión del G20, que se celebrará en Italia. «Muy pronto nos sentaremos a trabajar en el formato correcto para que los dos presidentes dialoguen. Podría ser una llamada telefónica, podría ser una reunión al margen de otra cumbre internacional, podría ser otra cosa», dijo en junio el asesor de Seguridad Nacional de EE.UU., Jake Sullivan.
«Desde que el presidente de EE.UU., Joe Biden, asumió el cargo, su Administración ha estado siguiendo estrategias de la era de Trump con la fuerte presión y el trato con China de manera fría. Sin embargo, tal enfoque ha sido menos efectivo de lo que anticipó, y Biden está buscando otra manera», señaló a Global Times el director del Centro de Estudios Estadounidenses de la Universidad de Fudan en Shanghái, Wu Xinbo.
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