De madrugada leo WhatsApp que me causa una gran tristeza: “…ha fallecido en la ciudad de Caracas y junto a su familia el Sr José Kabche, quien en vida fue un amoroso esposo, padre y abuelo, así como un distinguido y honorable representante de la comunidad líbano venezolana”.
Conocí a Joseíto años atrás y desde el primer día se ganó mi afecto. Me lo presentó Arístides Maza, en su oficina del Banco Caroní, ufanándose de entrada de su militancia adeca. Eran junto a su hermano Edmundo una llave perfecta que desde un humilde comienzo en Guayana levantaron trabajando duro uno de los grupos empresariales más importantes de Venezuela.
En un tiempo en el cual nuestros muchachos se marchan pareciera cuento aquel cuando tantos llegaron miles de países lejanos en pos de un mejor mañana. Así fue para Joseíto y los suyos, partiendo del Líbano en búsqueda de la tierra prometida. Atrás quedó un país que seguramente por sus carencias no se diferenciaba en mucho de la Venezuela de hoy.
Caracas apenas lo vio pasar porque fue en San Félix donde comenzó su escalada hacia el éxito. Ningún negocio le fue extraño: banca, seguros, hoteles, la construcción y el comercio le vieron triunfar sobre la base de su empeño y honestidad. También de su capacidad de hacer amigos porque si hay algo en lo que se distinguió fue en cultivar amigos. En cualquiera de las empresas de la que fue parte, no tenia clientes sino amigos y es larga la lista de los que apoyó. Son incontables los testimonios que he oído acerca de como “Joseíto me ayudó”.
Casó con una mujer extraordinaria, Soraya, que estuvo a su lado en las buenas y en las malas y que probó sobradamente su devoción y amor por él cuando lo abatió la adversidad. José, Karim y Mounir. a quienes quiero como familia, fueron su orgullo y como hijos tienen una gran responsabilidad: mantener intacto el legado de su padre y emularlo.
Joseíto fue un hombre de fe. Alguna vez me contó de su encuentro con el Papa Juan Pablo II mientras mostraba las fotografías de esa ocasión en Roma y su satisfacción fue mucha cuando la Iglesia San Charbel en homenaje al santo milagroso nacido en el siglo XIX en Beqaa-Kafra, fue realidad gracias a la participación de los Kabche.
La última ocasión que compartimos fue en una visita suya al campus de la Universidad Tecnológica del Centro en Guacara. Recorrió emocionado los espacios de la institución, observándose satisfecho de ser parte del esfuerzo por mantener abiertas nuestras puertas. Finalizando la jornada sembramos un par de apamates, en poesía de Rafael Deliso “árbol fuerte con un corazón de niño” que bien describe a Joseíto.
Ruego a Dios por él; que descanse en paz.
Por: Luis Eduardo Martinez