Los padres rara vez salen bien parados en el cine y la televisión, pero «King Richard» rompe esa tendencia, colocando a Will Smith al centro de la cancha en un retrato abrumadoramente halagador del patriarca del tenis Richard Williams. Smith interpreta muy bien su papel, y es el principal atributo para elevar la historia por encima de las convenciones habituales de las películas de deportes.
En realidad, la película sigue un tramo bastante focalizado en los años de formación de Venus (Saniyya Sidney) y Serena Williams (Demi Singleton) bajo la atenta mirada y la tutela de su padre Richard, que habla con frecuencia del plan de 78 páginas que trazó para conquistar el mundo del tenis, casi exclusivamente blanco, antes de que tuvieran edad para sostener una raqueta.
«Estoy en el negocio de la creación de campeones», anuncia Williams mientras hace las rondas en busca de un entrenador, y se encuentra con respuestas despectivas y vagamente racistas, como «¿Alguna vez has pensado en el baloncesto?».
Williams puede ser arrogante (de ahí el título) y prepotente, para disgusto ocasional de sus hijas y de su esposa (Aunjanue Ellis), que no pasa desapercibida cuando se trata de las tareas de entrenador o de decir lo que piensa.
El retrato que hacen el director Reinaldo Marcus Green y el guionista Zach Baylin lo pinta constantemente como una figura heroica, que protege a sus hijas de los peligros de la comunidad, que hace hincapié en su educación así como en sus juegos de fondo y que trabaja incansablemente para hacer avanzar sus carreras, ojeando revistas de tenis mientras mantiene un trabajo como vigilante nocturno.
Cualquier exceso, como hacer que las chicas practiquen bajo una lluvia torrencial, se filtra a través de ese prisma. Y, obviamente, la determinación de Williams de «ceñirse al plan» dio sus frutos, a pesar de la irritación y exasperación de los entrenadores de tenis (los más destacados, interpretados por Tony Goldwyn y Jon Bernthal) irritados por su negativa a seguir el guión habitual, incluida su decisión de retirar a Venus de los torneos juveniles.
Smith no solo capta la cadencia de la voz de Williams, sino la inquebrantable confianza que encarnaba, absolutamente convencido de que sabía lo que era mejor para sus chicas. Es en la recta final de la película, cuando esos planes empiezan a dar sus frutos, cuando «King Richard» se siente cada vez más convencional, desde la conmovedora música hasta las preguntas sobre cómo y cuándo sacar provecho de las proezas de Venus mientras la joven Serena se queda atrás, pero como todos sabemos, no por mucho tiempo.
CNN