Con el triunfo, horas atrás, en Chile de Gabriel Boric, candidato de Apruebo Dignidad, Latinoamérica continúa su giro a la izquierda.
Primero fue Argentina con los peronistas Alberto Fernández y Cristina Kirchner, después el masista Luis Arce en Bolivia y ya este año Pedro Castillo de Perú Libre y Xiomara Castro, esposa del derrocado expresidente Zelaya de Honduras. Es cierto que Ecuador eligió a Guillermo Lasso pero también lo es que Andrés Arauz, muy vinculado al exmandatario Correa, obtuvo una elevada votación en la segunda vuelta celebrada el pasado 11 de abril.
En el 2022 pudiera continuar la tendencia: con elecciones presidenciales en Colombia y Brasil, Gustavo Petro y Luiz Ignacio Lula da Silva encabezan hoy las preferencias según las encuestas de sus respectivos países.
Si bien hay diferencias importantes a la hora de analizar por qué los latinoamericanos han preferido en los últimos comicios presidenciales a candidatos identificados con modelos progresistas conviene mirar el caso chileno:
Durante tres décadas, el Chile de “rica” economía neoliberal fue un ejemplo para muchos. Sus indicadores macroeconómicos que mejoraron sostenidamente superando largamente al promedio de los vecinos del subcontinente eran la mejor demostración de sus éxitos. Al fenómeno llegó a bautizarse como el “Milagro de Chile”, ya que después de la crisis económica que padecieron en los setenta, la superaron aplicando un modelo neoliberal que se impuso desde la dictadura de Pinochet, en sustitución del modelo socialista de Salvador Allende. El Estado dejó de controlar la economía, se llamó a la inversión extranjera, y comenzó una avalancha de privatización de servicios.
Las protestas de meses atrás y la elección de Boric muestran a las claras el rechazo a las profundas desigualdades existentes. Especial énfasis en los reclamos populares se ha puesto en el costo de la vida, empleos y el acceso a la educación y la salud.
A propósito de los resultados, un amigo, más bien hermano, que poco uso hace de sus redes sociales, comentó anoche en Twitter: “Recuerdo ahora una conversación que sostuve con Marco Rubio por un lado y por el otro con Mauricio Claver Carone, representantes de la extrema derecha norteamericana. A ambos les expresé que era imposible imponer su modelo en Venezuela y América Latina”. Personalmente le he dicho que coincido con él, sí bien advierto que es necesario que apuntemos a estándares superiores especialmente en cuanto a calidad de vida de los venezolanos se refiere.
No discuto lo que las sanciones extranjeras pesan sobre nuestro desempeño económico -una y otra vez las he denunciado- pero a la par reclamo lo tanto que nos afecta el burocratismo, la ineficiencia y la corrupción y no le digo solo yo sino así lo afirmó el propio Presidente Maduro: “El bloqueo del corazón y de la mente, la indolencia, la incapacidad, la corrupción, la ineficiencia es peor que el bloqueo gringo así lo digo hoy, 1 de diciembre del año 2021” en el acto de juramentación de la gobernadora Karina Carpio. En ese orden, interviniendo en plenaria de la Asamblea Nacional en ocasión de discutirse el presupuesto 2022, pedí no olvidar a El Libertador. En el Manifiesto de Cartagena, de 1812, Bolívar identificó a la burocracia y al despilfarro como de las causas más importantes de la caída de la primera república.
He citado varias veces a Deng Xiaoping, a mi juicio el verdadero artífice del “Milagro de China” que ese si lo es: «No importa que el gato sea blanco o negro; mientras pueda cazar ratones, es un buen gato” y convencido estoy que en Chile, como Argentina, Bolivia, Perú, Honduras y probablemente en meses, Colombia y Brasil, mas que por un gato rojo, o hasta rosado, los pueblos están votando en búsqueda de un gato que cace ratones.
Defiendo a ultranza que en Venezuela el próximo año y los sucesivos la economía, con inclusión social, sea la primera prioridad del liderazgo de cualquier sector, el primero el político, que nuestro norte sea un modelo que “cace ratones”, que de soluciones a tantos problemas que padecen millones de connacionales.
En 1960, Daniel Bell publicó “The end of ideology”, pregonando que las ideologías estaban agotándose. El liberalismo, el conservadurismo y el marxismo agonizaban y, en su lugar, aparecen otras, pero de carácter “muy limitado”. Según él, la ideología política se volvió irrelevante para la gente. Si bien Latinoamérica gira a la izquierda y en los próximos meses continuará girando conviene no olvidar que en estas tierras tal fenómeno es pendular y que en algún momento adelante pudiéramos ver un vuelco a la derecha si los gatos no cazan ratones ´porque con Bell concluyó que más que ideologías el común quiere buenos empleos, buenos servicios, buena vida, en suma.
Por Eduard Martínez