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jueves, septiembre 19, 2024

Cúcuta a merced del Tren de Aragua

La disminución del paso de migrantes por las trochas de la frontera colombo-venezolana ha llevado a los miembros de la peligrosa megabanda delictiva Tren de Aragua a extender sus operaciones en la zona y a moverse a otros puntos de la ciudad colombiana de Cúcuta, donde tienen presencia desde hace unos tres años.

Ya el Tren de Aragua no actúa solo en medio de los caminos de tierra llenos de maleza que hay en las inmediaciones del río Táchira, afluente que divide los territorios de Venezuela y Colombia, ni tampoco se mueven amparados por la oscuridad de la noche, ahora maniobran a plena luz del día.

En La Parada, primer barrio al pasar el binacional Puente Simón Bolívar, nadie se atreve a señalarles, todos les temen porque «tienen ojos en todos lados».

«La gente sabe quiénes son solo algunos, pero quiénes son la mayoría de sus miembros o colaboradores no lo podemos decir con seguridad, porque han crecido, por eso es mejor morir callado, no decir nada y lo mejor es que no se enteren de que usted es periodista, porque me mete en un problema. Haga que está comprando y no se ponga a tomar fotos aquí. Tome solo en el puente, por donde está la policía y la Dian», reveló un comerciante de La Parada una tarde de un día de la segunda quincena de enero.

Para tener tranquilidad y seguridad en la zona este comerciante debe garantizar un aporte semanal al Tren de Aragua de 35.000 pesos, unos 10 dólares, que debe entregar a los cobradores que puntualmente pasan los fines de semana a recoger la plata.

Pero no sólo los comerciantes son extorsionados por los presuntos miembros del Tren de Aragua, también mototaxistas, vendedores informales de comida y hasta los carretilleros que pasan las maletas y paquetes de los migrantes de un lado a otro del puente. No se salva casi nadie, le piden dinero a todo aquel que tenga alguna participación en el movimiento económico de la zona.

No obstante, estas acciones todavía no están completamente instauradas, de acuerdo con lo que señalaron a En Frontera taxistas y vendedores informales, a los que aún no les han cobrado.

«Por ahí un man le dijo a los compañeros que iban a poner una cuota, pero no, papi, aquí la cosa está mala para estar pagando nada. Aquí ya no hay clientes como antes, eso era antes de la pandemia que había mucho movimiento y gente que venía a comprar; ahora no hay muchos que pasen de un lado al otro, y así no hay nada ¿Qué nos van a pedir si a veces uno pasa el día en blanco esperando un cliente para llevarlo a Cúcuta a comprar?», contó un taxista.

A un vendedor de café, agua, pasteles y té le han estado queriendo cobrar 5.000 pesos semanales, mientras que un mototaxista confiesa que ha tenido que empezar a colaborarles con 10.000 pesos a la semana, aunque no hay una continuidad en el cobro.

Con los carretilleros es otra la historia, porque los aportes pueden ser solicitados una o varias veces al día y oscilan entre 10.000 y 20.000 pesos, dependiendo del volumen de paquetes que lleve el migrante al que le prestan el servicio de traslado de equipaje.

La mayor parte de los cobros suelen ocurrir al final del día, cuando hay un cambio de guardia de la policía, aproximadamente a las 5:00 pm, relató un carretillero en exclusiva a En Frontera.

Los extorsionadores se paran después de la zona de El Cristo hacia el puente y van identificando cuál carretillero ha conseguido cliente. Se les acercan y les dicen que deben aportar determinada cantidad para que no haya problema y que le entregarán una palabra clave para unos puntos de control que van a conseguir en el camino. La realidad es que sobre el puente, por donde transita ahora la gente, no existen esos supuestos puntos de control, esos lugares los había por los caminos de trochas por donde pasan mercancía de contrabando y antes transitaban los migrantes cuando el puente estaba cerrado.

«La gente no sabe eso, pero uno no puede decir nada, y si se niega alguien a pagarles, mejor que las maletas se las lleve otro, porque lo que no paga el cliente, se lo terminan cobrando a uno. Si aparecen, la gente que le dé su colaboración ahí mismo para un poder trabajar», contó un joven venezolano que desde 2019 trabaja en la zona pasando mercancía y maletas de los migrantes.

Con la información de el Nacional

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