Alemania ya ha dado luz verde al embargo de petróleo ruso por parte de la UE, pero eso no quiere decir que tenga la situación completamente bajo control y así lo reconoce abiertamente el ministro de Economía y Clima, Robert Habeck, que ha admitido que la medida podría provocar falta temporal de combustibles en la Alemania oriental y en la capital, Berlín. «No se puede descartar, lamentablemente tengo que decirlo, que en realidad habrá escasez», ha declarado en el programa de televisión RTL Direkt. El motivo es que esta región recibe el suministro por la refinería PCK en Schwedt, en Brandeburgo, una planta solo se procesa petróleo ruso. El propietario mayoritario es la empresa estatal rusa Rosneft. El crudo procesado en PCK se entrega desde Rusia a través del oleoducto Druzhba.
Alemania trabaja a contrarreloj para sustituir proveedores, pero seguramente se verá obligada a apurar el plazo de seis meses que establece el borrador de la sanción antes de eliminar del todo las compras a Rusia, que siguen siendo, por cierto, iguales o incluso mayores que antes de la invasión de Ucrania.
Los datos de importaciones de marzo que acaba de publicar la Oficina Federal de Estadística alemana (Destatis) muestran que las empresas alemanas pagaron a sus socios rusos una media de 116 millones de euros al día durante el mes pasado, con o sin sanciones. En ningún mes de marzo desde 2013 habían sido las remesas tan altas como este año. En comparación con el año anterior, hay incluso un fuerte aumento del 44%, lo que sugiere que, antes de que entren completamente en vigor las sanciones, Alemania está comprando a mansalva para llenar sus reservas. Rusia incluso ha ganado en importancia como proveedor de Alemania en una comparación interanual. En marzo de 2021, Rusia ocupaba el puesto 15 en el ranking de socios comerciales alemanes con sus entregas de mercancías. En marzo de 2022, Rusia has superado incluso a España y Hungría y queda en el puesto 13. Estas compras, así como la renuencia y lentitud con la que Alemania envía apoyo militar a Ucrania, es el motivo por el que Zelensky no quiso recibir en Kiev al presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier. La tensión diplomática se ha relajado tras una reciente conversación telefónica entre ambos, pero el canciller Scholz sigue negándose a viajar a Ucrania, a pesar de que ya hay una invitación oficial, y en su lugar envía a la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock.
Miedo en las siguientes facturas
La necesidad de llenar los depósitos está siendo gestionada por la «coalición semáforo» que gobierna en Berlín desde el pragmatismo e independientemente de cualquier consideración ideológica. Nada podría chocar más que la frialdad con la que el ministro Habeck, miembro del partido Los Verdes, ecopacifista y protector a ultranza del bienestar alemán, ha contestado las críticas de la prominente agrupación de defensa del medioambiente DUH, otrora en su área de influencia y que quiere bloquear el despliegue de terminales flotantes que permitan la importación de gas natural licuado. La primera estará operativa a finales de 2022 en el puerto de Wilhelmnshaven, en el mar del Norte, y los ecologistas se quejan de que «destruirá de forma irreversible los econosistemas y pondrá en peligro el espacio vital de varias especies». «La creación de terminales gasíferos para disminuir la dependencia energética de Alemania de Rusia está por delante de la protección de las marsopas», respondió Habeck en la misma entrevista.
Así las cosas, crece el miedo a las próximas facturas de electricidad, calefacción y combustibles en los hogares alemanes. Los de la electricidad se han cuadriplicado desde principios del año pasado y los del gas casi se han quintuplicado. La tarifa eléctrica actual promedio para los clientes domésticos en lo que va del año es de 37,14 céntimos por kilovatio hora, un 15,5% más que el promedio de 2021. Las pymes han tenido que pagar un promedio de 31,36 céntimos por kilovatio hora en 2022, casi un 50% más. La subida del gas ronda el 14%. Kerstin Andreae, de la Asociación Federal de Gestión de Energía y Agua, sugiere que la supresión del gravamen EEG sobre la factura de la luz a partir de julio no puede amortiguar los altísimos costes de adquisición y sugiere reducir el impuesto a la electricidad al mínimo permitido en Europa, además de reducir el IVA sobre la electricidad y el gas del 19 al 7%. Reivindica también que el gobierno brinde más información sobre cómo usar la energía de manera más eficiente. El ministro Habeck llama a la población a prepararse para grandes «saltos de precios» mientras reaorganiza la conversión de refinerías y rutas de entrega.
ABC