Con la emoción de rayar sus camisas, lo que significa que el sueño de ser bachilleres de la República ya es una realidad, cientos de jóvenes bolivarenses se preparan para abordar la nueva etapa que les toca vivir tras culminar el liceo.
Recientemente, El Luchador realizó un recorrido por diversos planteles de la zona para conocer cuáles son las aspiraciones de los nuevos bachilleres y saber sobre sus expectativas para el futuro.
Aunque muchos ya tienen claro lo que desean hacer, otros aún se mantienen en la incertidumbre, debido a que no saben si seguir estudiando o ingresar al campo laboral dada la situación económica del país.
Para otros toparse con la realidad actual se traduce en comprender que deben postergar sus sueños porque la prioridad es comer, mientras que algunos lejos de sentirse víctimas de las circunstancias tienen en mente ingresar a la universidad y trabajar.
Así piensan los nuevos bachilleres
“Mi sueño es ser médico. Una vez que ya tenga el título en mano entonces gestionaremos los trámites para ingresar a la universidad. Mientras tanto voy a iniciar un curso de inglés para mantenerme ocupada”, expresó Karla Ramírez.
En el caso de José Chacón, sus esperanzas están puestas en el deporte. “Ya que salí del liceo ahora voy a dedicarme de lleno al fútbol. Sueño con que me vea un cazatalentos y me lleve fuera del país”.
Para Karlenis Oropeza, la realidad es distinta, debido a que sus padres decidieron irse del país. “Inmediatamente me entreguen el título el plan es irnos a Brasil. No sé qué haré allá. Uno va con la esperanza de que le va a ir bien, pero toca empezar de cero. Aunque si te soy sincera yo quiero aprender a manejar muy bien las redes sociales porque me gustaría vivir de eso, ser influencer”.
Otros casos
También hay casos como el de Manuel y Carlos, quienes afirman que, luego del acto de grado les gustaría incorporarse a un cuerpo policial o militar; mientras que su amigo Marcos dice que, “yo no quiero estudiar más. En mi casa hay mucha necesidad y yo estoy loco por irme a las minas con mis tíos, aquí estamos pasando mucho trabajo”.
El caso de este jovencito llama poderosamente la atención, ya que, aparentemente es la realidad de muchos que no se atrevieron a hablar. “Si, uno tiene sueños, que si ser ingeniero, abogado, qué se yo, pero cuando abres la nevera y ves que no hay comida o ves a tu mamá llorando a escondida porque no encuentra cómo resolver es muy difícil, eso da duro. Toca decidir entre estudiar o mantener a mi familia. Somos mis dos hermanas menores, mi mamá y yo”.
La decisión de estos jóvenes además de incidir en su futuro también marcará el futuro del país, pues, serán ellos los profesionales del mañana a quienes les toque llevar las riendas de la nación en todas las áreas. La reflexión es, ¿qué le espera al país si la mayoría no se hace de una carrera universitaria o, como en el caso de muchos, se van del país?
Gledis Bonilla