A estas alturas sabemos de sobra que hacer ejercicio con regularidad es bueno para la salud y el sistema inmunológico, ayuda a dormir y libera endorfinas. Algunas investigaciones han llegado aún más lejos y aseguran que puede reducir el riesgo de contraer infecciones de las vías respiratorias (como los resfriados). Incluso 30 minutos de ejercicio moderado cinco veces a la semana son suficientes para obtener beneficios.
Entonces, imagina que has pillado una gripe y estás con fiebre. Si el ejercicio es tan bueno, ¿podría ayudarte a sudar y librarte de la enfermedad? Desafortunadamente, a día de hoy no hay evidencia de que pueda acortar la enfermedad o hacerla menos grave.
Lo que, por supuesto, no quita aquello que decíamos al principio de que es beneficioso para el sistema inmune. Primero, por las hormonas que liberamos cuando hacemos ejercicio, como es la adrenalina. Estas hormonas desempeñan un papel fundamental en el funcionamiento de nuestro sistema inmune, al provocar la liberación de células que ayudan a detectar la presencia de virus o patógenos en el cuerpo, informa ‘Science Alert‘.
Si tus síntomas son principalmente la congestión o secreción nasal, puedes comenzar haciendo deporte a una intensidad más baja de lo normal, y si te sientes bien, aumentar la intensidad
Pero también aumenta el flujo sanguíneo, ejerciendo una mayor presión sobre nuestros vasos sanguíneos, lo que libera células inmunitarias que juegan un papel importante en la eliminación de otras células infectadas con virus. Se ha demostrado, por ejemplo, que los adultos que hacen ejercicio regularmente durante un período de un mes tienen una cicatrización más rápida de las heridas de la piel (lo que reduce el riesgo de entrada de virus y bacterias en el cuerpo a través de las heridas). Otros estudios han demostrado que, cuando un grupo de personas que no hacían ejercicio regularmente comenzaron a caminar a paso ligero durante 40 minutos aproximados, cinco días a la semana, redujeron sus posibilidades de síntomas de infección respiratoria.
A pesar de los beneficios del ejercicio en nuestro sistema inmunológico, es difícil saber si hacer ejercicio estando enfermo ayuda a superar la enfermedad más rápido. Actualmente, no hay estudios que hayan investigado esto, en gran parte debido a lo difícil que sería realizar este tipo de estudio, principalmente porque algunos de los participantes tendrían que estar infectados con un virus a propósito para comparar si el ejercicio tiene algún efecto o no. Esto no solo sería difícil de hacer, sino que también podría ser poco ético.
Pero si el ejercicio es bueno para el sistema inmunitario… ¿Por qué no sería bueno hacerlo cuando se está enfermo?
El ejercicio puede estresar el cuerpo, lo que a su vez puede hacer que las células inmunitarias sean menos capaces de responder a los patógenos
Quizá es importante recordar que puede estresar el cuerpo, lo que a su vez puede hacer que las células inmunitarias sean menos capaces de responder a los patógenos. Esto puede deberse en parte al hecho de que el cuerpo necesita más oxígeno y energía almacenada (en forma de glucosa) cuando hacemos ejercicio, que nuestras células inmunitarias también necesitan para ayudar a combatir un virus. Si el cuerpo está luchando contra una infección existente y luego se expone al estrés del ejercicio, es posible que esto no beneficie la respuesta inmunitaria.
El truco quizá está en probar. Si tus síntomas son principalmente la congestión o secreción nasal, puedes comenzar haciendo deporte a una intensidad más baja de lo normal, y si te sientes bien, aumentar la intensidad. Pero si te sientes mal, descansa. Y se recomienda no hacerlo si se tiene fiebre, dolor muscular o vómitos. Como los resfriados son infecciosos, lo mejor es saltarse el gimnasio y hacer ejercicio al aire libre para evitar propagarlo.
Y recuerda que hay algo claro: el mejor remedio para un resfriado es descansar, mantenerse hidratado y tomar analgésicos si es necesario.
El Confidencial