No había suficientes sillas para las cientos de personas que acudieron a la estación Barinitas del Teleférico de Mérida para la ceremonia de inauguración del 18º Festival del Cine Venezolano, que no se realizaba en el estado andino desde hace tres años debido, primero, al colapso de los servicios públicos y luego por la pandemia, que obligó a organizar una edición online y otra semipresencial.
Es un contexto distinto al de 2019. La inestabilidad económica y las fallas de los servicios públicos siguen, pero fenómenos como la dolarización, así como cierta relajación de los controles por parte del gobierno, han traído consigo la reactivación de eventos como conciertos de artistas internacionales o grandes producciones teatrales. Que el Festival de Cine Venezolano regrese a Mérida es otro signo del resurgir del movimiento cultural.
Amantes del cine, directores, productores, actores, estudiantes, entre otros, asistieron a una gala que contó con palabras del presidente del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, Carlos Azpúrua; la directora del festival, Karina Gómez, y del gobernador de Mérida, Jehyson Guzmán, así como una presentación de la Orquesta Sinfónica de Mérida, que interpretó fragmentos de las bandas sonoras de películas venezolanas como Araya de Margot Benacerraf, Una casa con vista al mar de Luis Alberto Lamata y El malquerido de Diego Rísquez.
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