En el barrio porteño de Recoleta, en Buenos Aires, hay un pequeño lugar con sabor a Venezuela. Al menos así lo han percibido varios de sus comensales: venezolanos que emigraron a Argentina y que encontraron en ese espacio lo mejor de la panadería criolla que tanto extrañan de su país natal.
El nombre de este establecimiento es Panadería Venezolana Donna. Su fundadora es Lizabeth Rangel, una venezolana y licenciada en Administración que poco tenía que ver con la repostería hace cinco años cuando emigró de su país. Sin embargo, tras llegar a Argentina decidió reinventarse.
Rangel cuenta a la Voz de América cómo, junto a su hermana, lograron emprender lejos de casa y además convertirse en referencia a la hora del desayuno, no solo para los venezolanos, sino también para los argentinos.
Un salto arriesgado
En Argentina, el desayuno a base de algo dulce es bastante común. Lizabeth estaba consciente de ello, así que inicialmente planteó la idea de abrir una panadería argentina. En 2018 se concretó él emprendimiento, pero la continua llegada de migrantes venezolanos preguntando por productos de Venezuela fue lo que le hizo
darse cuenta que había un mercado que no estaba siendo atendido.
Rangel cuenta que comenzaron a agregar productos venezolanos a su negocio de forma progresiva. Finalmente decidieron especializarse solo en panadería venezolana y allí surgió la idea de cambiar el negocio. Se mudaron de local tras encontrar un fondo de comercio y abrieron la Panadería Venezolana Donna.
“Todos los venezolanos que están acá, como nosotros, tienen la necesidad de comer comida venezolana así que dijimos: ‘vamos a aventurarnos con esto’. Nuestra sorpresa fue la aceptación (…). Comenzamos por el cachito, que siempre ha sido nuestro producto prémium y luego fuimos incorporando otros productos como: el pan de queso, los pastelitos, las quesadillas, el pan dulce. Poco a poco fuimos incluyendo productos hasta llenar nuestras vitrinas de productos venezolanos”, recuerda en entrevista a la VOA.
Lizabeth destaca que sus inicios como emprendedora no fueron fáciles. A su juicio, emprender es difícil en cualquier país del mundo y en su caso, el éxito de la panadería se debe principalmente a que, cuando emigró en 2017, lo hizo enfocada en lo que quería hacer una vez llegara a Argentina.
También ha jugado un papel importante la calidad de sus productos, la ayuda que le brindaron en el proceso venezolanos y argentinos y los cargos administrativos en los que trabajó cuando apenas llegaba a Argentina, los cuales le permitieron conocer más a fondo la cultura de los habitantes.
“No es sencillo emprender. Ni en Venezuela, ni en Argentina, ni en cualquier país
del mundo. Pero claro, obvio es más difícil cuándo estás lejos de tu país. Pero nosotras venimos enfocadas en emprender acá. Vendimos todos nuestros bienes. No tenemos ni un par de zapatos en Venezuela“, afirma.
Los frutos del esfuerzo
Si al inicio solo había un par de productos venezolanos en la vitrina, ahora el panorama es totalmente otro. La panadería tiene una oferta tan amplia que es complicado mencionar todo el menú, incluso para su dueña. Sin embargo, Rangel destaca varios de sus productos estrellas, entre estos los cachitos rellenos de queso llanero, jamón y tocineta; el pan campesino; el pan de queso; los pastelitos de hojaldre; las empanada; las bombas y los mini lunch, los cuales, destaca, “son los favoritos de los argentinos, siempre los piden”.
“Es increíble. Estamos orgullosas. Los argentinos al principio te preguntaban, eran
muy curiosos. Ya a estas alturas vienen y te dicen: ‘dame una empanada de pabellón, un cachito’. Eso me hace sentir orgullosa, no tengo palabras”, expresa.
La Panadería Venezolana Donna también vende jugos naturales de guayaba, parchita, papelón con limón; y en toda la oferta, solo un producto argentino que piden con mucha frecuencia venezolanos y locales: el chipá (bollos de queso horneados).
La panadería está ubicada en el barrio porteño de Recoleta, en Buenos Aires.
Rangel destaca que su panadería trata de brindar toda una experiencia criolla, cuyo
objetivo final es que los comensales (mayormente venezolanos) se sientan más cerca de casa. Pero, sin planearlo, también acercó más a los argentinos a la gastronomía venezolana.
“Nos motiva que vengan venezolanos y nos digan: ‘nos encanta, nos hace sentir en Caracas, en Mérida, son como los pastelitos de la esquina de mi casa‘. Ese agradecimiento de los venezolanos que viven y sienten a Venezuela más cerca comiéndose un cachito, tomando un jugo de guayaba, eso es muy motivador y no tiene precio. Es increíble poder ofrecer eso”.
Otro aspecto que las impulsa, de acuerdo con Lizabeth, es que estén surgiendo negocios similares en Argentina. “Eso significa que hemos avanzado. Eso hace que cada día hagamos un mejor trabajo, porque queremos ser los mejores”, resalta.
En esa búsqueda por ser los mejores, Lizabeth espera poder expandir a toda Argentina la Panadería Venezolana Donna, para ello sueña primero con crear un centro de producción.
“Queremos expandirnos. Abrir un centro de producción y comenzar a abrir locales en Buenos Aires, Córdoba. Estamos en eso; esperamos que baje un poco el tema económico. Queremos que lleguen nuestros producto a toda Argentina”, dice. Por ahora, en pro de lograrlo, Lizabeth, su hermana y los 20 empleados venezolanos que trabajan en la panadería continúan horneando y ofreciendo a migrantes y locales un poquito de Venezuela en Argentina.
VOA