Viajar al espacio es cada vez una práctica más habitual. Desde aquellas imágenes de unos astronautas caminando por la luna en 1960, atravesar la atmósfera es casi una costumbre ya. En 2021, se produjeron 135 lanzamientos de cohetes con final feliz, todo un récord en la historia de la navegación espacial. Sin embargo, los finales felices a veces pueden tener consecuencias mucho menos bonitas.
Cuando un cohete es enviado al espacio, durante su trayecto, es probable que arroje al vacío piezas que la nave ya no necesita para completar su misión. La mayoría de estas partes vuelven a la Tierra de forma descontrolada, porque poco se puede hacer con un trozo de titanio, aluminio y magnesio que va en contra de la gravedad hacia alguna parte desde las alturas más altas. Lo hemos visto recientemente con los restos del cohete espacial chino CZ-2F, que fueron bien visibles en la noche del 20 de junio desde varios puntos de España y Portugal cuando atravesaban el cielo.
En el pasado, estas piezas desprendidas no parecían suponer riesgo para los humanos, pero el asunto está cambiando. Aunque hasta la fecha aún no se han registrado muertes causadas por el impacto de alguno de estos cuerpos de cohetes, en un nuevo estudio publicado en ‘Nature Astronomy’, los investigadores estiman que si las prácticas actuales continúan, existe un 10% de posibilidades de que haya víctimas por ello en la próxima década.
Riesgos y posibles medidas
«Es un riesgo estadísticamente bajo, pero no es insignificante y está aumentando, y es totalmente evitable», dice Michael Byers, autor principal y profesor de ciencias políticas en la Universidad de Columbia Británica, a Justine Calma de ‘The Verge’. «Entonces, ¿deberíamos tomar las medidas disponibles para eliminar los riesgos de accidentes? Creo que la respuesta debería ser un rotundo sí».
Además del peligro que representan al volver a entrar en la atmósfera, los cuerpos de los cohetes que quedan en órbita en el espacio también pueden ser peligrosos: pueden explotar por el combustible que queda a bordo, según indica el documento, y también pueden provocar colisiones con los satélites. En 2020, los investigadores estimaron que más del 60% de los lanzamientos dieron como resultado que el cuerpo de un cohete quedara en órbita.
Para encontrar dicho porcentaje, los investigadores extrajeron y examinaron los datos satelitales de los últimos 30 años. Descubrieron así que durante ese período de tiempo, más de 1.500 cuerpos de cohetes salieron de órbita o se apartaron deliberadamente de la órbita. De ellos, más del 70% salió de órbita de manera descontrolada.
Más alerta en el sur
El lugar donde caen estos restos puede ser difícil de predecir, pero encontraron que aquellos que viven en la parte sur del globo terráqueo se enfrentan a un mayor riesgo. Los cuerpos de los cohetes tienen tres veces más probabilidades de aterrizar en las latitudes de Yakarta, Dhaka y Lagos que en las latitudes de Nueva York, Beijing o Moscú.
No obstante, y pese a lo difícil de la predicción, es un problema que puede resolverse «con voluntad política y haciendo buen uso de la tecnología actual», decía Byers a Chloe Xiang en una entrevista para ‘Vice’. «Nuestro documento es solo una pieza de un rompecabezas más grande sobre cómo podemos lograr un desarrollo sostenible de nuestra convivencia con el espacio».
«Creemos que esto tiene que parar», sostiene el autor en otra entrevista para ‘New Scientist’. «Tenemos cohetes modernos que pueden evitar reingresos descontrolados, en lugar de jugar a la ruleta rusa con Costa de Marfil o la India. ¿Quién puede asegurar que la próxima pieza no caerá en el centro de Mumbai?».