Trabajar de ocho a cinco en una oficina no era lo suyo. Hacer postres, sí. Fue otro cuento. Mercedes Grau tenía un año de graduada como comunicadora social cuando le lanzó una tremenda bomba a sus padres, los reconocidos músicos Alberto Grau y María Guinand: «Descubrí mi verdadera pasión. Quiero hacer brownies y alfajores; voy a dedicarme a la repostería». La reacción de ambos fue esperarse: ¿Estás loca?; ¿Qué pasará con la inversión que hicimos en tu carrera?, ¿y todo el tiempo que invertiste en Comunicación? Siguió enfocada: hacer los que se imaginaba serían los mejores postres de Caracas. «Los que todos nos merecemos».
Eso fue en 2011, hace ya 11 años. Hoy, con un exitoso taller de repostería y una tienda con 9 meses de inaugurada sobre sus hombros, esta caraqueña, madre, esposa, soñadora y, por sobretodo, cocinera, puede decir no solo que el país está lleno de oportunidades para los emprendimientos si se trabaja arduamente en ellos, sino que seguir los sueños asegura el éxito.
¿Por qué la repostería?
«El amor que tengo por comer dulces lo resume todo», confesó Grau sin ápice de dudas. «Además de estudiar para ser comunicadora, también lo hice profesionalmente para ser bailarina y ninguna me llenó tanto como mi pasión por comer dulces o mi afición por hacerlos», añadió.
Su sueño fue tomando fuerza cuando, al ser invitada a fiestas, paseos o encuentros entre familia y amigos, siempre fue la designada para consentir paladares a través de sus dulces. «Empecé a hacerlos, inclusive, para regalarlos. No puedo describir lo que sentía cuando alguien los probaba. Era una satisfacción mezclada con plenitud que no se puede explicar sino sentir», detalló.
Al final, sincerarse con ella misma fue la repuesta a su llamado: los brownies y los alfajores serían su puerta hacia el éxito.
“DECIDÍ EMPRENDER SOLO CON DOS RECETAS, PERO LO QUE VINO DESPUÉS SE CONVIRTIÓ EN HISTORIA; MI HISTORIA”.
Su papá le dijo, justo antes de comenzar, que el que mucho abarca poco aprieta, por eso empezó con pocas recetas. «Pero en un abrir y cerrar de ojos fui expandiendo mi menú y 11 años después, nada más y nada menos, tenemos una tienda que evoca lo que fui cosechando a través de mis metas y objetivos», aclaró. «Y arrastré a mi mamá en el proceso porque, aunque no lo crean, comencé a hacer realidad este sueño en su casa».
Grau Repostería, el taller
«Comencé a cocinar en la casa donde crecí», esclareció Grau. «Mi mamá no tiene ni sala ni comedor por mí. Lo que tiene es un taller de repostería con nuestro apellido encabezado por sendos mesones de acero inoxidable y accesorios de cocina guindados –y regados– por todas partes. Tampoco tengo cuarto porque lo convertimos en un depósito tipo automercado para nuestros ingredientes», señaló. De esta manera, el taller funciona como un espacio que se enfoca en el catering para fiestas, matrimonios o grandes celebraciones. «Hacemos realidad los pedidos más grandes de todos nuestros postres, pero en versiones mini. El catálogo de productos es mucho más amplio que en la tienda y solo trabajamos bajo encargo por pick up o delivery».
Grau, la tienda
«Nació en diciembre de 2021 por necesidad. No nuestra sino de la propia clientela. La gente no paraba de pedirme dulcitos de ya para ya. Querían tener acceso inmediato a nuestras creaciones», acotó Grau. «Ese nivel de receptividad con la marca nos empujó a inaugurar un pequeño espacio que sirviera para que los comensales salieran de casa y merendaran como si estuvieran en la nuestra; con olores y sabores que enamoraran paladares, pero también sus corazones».
En Grau, la tienda, se venden solo los best sellers del taller.
Postres a la carta
En el taller se preparan desde shots dulces hasta mini pies, alfajores, brownies, tortitas de queso criollo y 20 tortas distintas entre las que destacan la de chocolate, café y limón, sin dejar atrás la famosa pavlova.
Todo es hecho al momento y solo con la premisa de que se venda el mismo día. «Nos caracterizamos principalmente por eso: por la frescura de nuestros dulces», rescató Grau. «En tienda solo tenemos los cuatro más populares: los alfajores, las tortitas de queso criollo, los brownies y dollies (mezcla de galleta maría, chocolate y nueces bañada en leche condensada). Además, vendemos las populares galletas de chocolate y las tortas por pedazo, no completas como en el taller», señaló. «Las de chococaramel (súper húmeda, con muchas capas de chocolate y caramelo triturado cubierta de más chocolate y más caramelo triturado) y pie de limón, la marquesa de óreo y el cuatro leches se llevan la corona en la tienda. Este último es de los más vendidos por su particularidad: utilizamos dulce de leche regada por encima».
Grau no es egoísta. De hecho, ha compartido muchísimas recetas a través de sus redes sociales. «Hay algunas que son secretas porque todos los reposteros tenemos nuestro as bajo la manga, pero de resto, son del dominio público 100%. Me gusta compartir y ver cómo disfrutan con cada producto que ofrezco y cómo lo pueden llegar a realizar quienes nos siguen bajo sus herramientas», expresó.
Factor diferenciador
Entre tantos negocios que ofrecen infinidad de deliciosos postres, Mercedes Grau siente que ha creado una marca con la cual la gente ha podido conectarse más allá del dulce. «Aquí mostramos lo que somos: amamos los dulces y queremos que la gente siga apostando por recetas bien realizadas, hechas con amor», destacó.
«Quienes trabajamos en este rubro siempre apostaremos a lo que hacemos, pero, sin que me quede nada por dentro, nuestros postres son muy buenos. Son súper frescos. Aquí nunca encontrarás uno con más de un día de elaboración. Es nuestra condición sine qua non», expresó. «Los que tienen más de dos días, de hecho, los recolectamos y los donamos a Alimenta la solidaridad. No porque ‘estén viejos’ sino porque, aunque siguen siendo igual de sabrosos, no cumplen con la frescura que prometemos. En el taller también partimos de la misma premisa».
Camino del emprendedor
En principio, el síndrome del impostor estuvo mucho tiempo respirándole en la nuca. «El miedo al fracaso siempre está latente cuando decides emprender. Además, yo tenía la presión de mis papás, quienes no entendían qué estaba pasando conmigo, como si se tratará de algún capricho. Les costó asimilar que no me quería dedicar a la comunicación ni al baile, pero es que con 24 años ni siquiera yo sabía qué me gustaba o qué sería de mi futuro… Hasta que comencé a hornear postres», destacó.
A medida que fue cocinando, la motivación y la confianza en su trabajo se fortaleció. «Sobre todo porque soy completamente autodidacta. Tanto YouTube como los libros de repostería fueron mis grandes aliados y lo siguen siendo al día de hoy».
Su complicación más grande fue algo que salía de su control: la economía del país. «La escasez que hubo hace pocos años fue un monstruo que, de alguna forma, afectó el futuro de todos los emprendimientos en Venezuela», recordó. «Entre 2015 y 2019 vivimos un declive importante del cual aún no sabemos a ciencia cierta cómo salimos tan airosos», comentó. «Entre contactos y conocidos en otros estados nos bandeábamos para conseguir ingredientes como el azúcar o la leche. Sin embargo, jamás flaqueamos. Nunca nos planteamos cerrar la cocina; jamás tuve que decirle a un cliente no te puedo hacer el postre porque no tengo el insumo. Doy gracias a Dios por eso», recalcó.
Para Mercedes y su familia ha sido un camino largo y lleno de baches. Se han hecho incontables sacrificios personales y emocionales para llegar al punto en donde están hoy día, pero todo ha valido la pena, dice. «A mí, por ejemplo, lo que más me gusta es cocinar. Hay días en los que estoy parada desde las 7:00 am hasta las 4:00 o 5:00 pm sin sentarme. Siempre cocinando. Eso es parte de lo que soy y creo importante que ese nivel de compromiso se refleje en cada postre que hacemos. Las piernas hinchadas, las manchas en la ropa, el dolor de pies, el cansancio y las ojeras; todo vale la pena al final», aseveró.
¿Grau le ve el queso a la tostada?
«La inversión la hicimos mi esposo y yo pensando como familia». Son casi 4 pues está embarazada y pronto le dará una hermanita a su bebé de 2 años. «Invertimos una cantidad de dinero considerable en la tienda, pero gracias al apoyo de mi esposo todo resultó mucho más llevadero. Él es ingeniero civil, pero está dedicado únicamente a nuestro negocio; no solamente es la parte monetaria sino la emocional y personal para los dos», apuntó.
En cuanto a las ganancias, «con toda franqueza te digo que en los meses que llevamos abiertos, la receptividad ha sido increíble y la ganancia se ha visto reflejada enormemente. Hoy, luego de 11 años, podemos decir que vivimos de nuestro negocio», afirmó.
Actualmente, en la tienda trabajan 18 personas y en el taller son 9 más. En una palabra, y destacando que no quiere usarla como cuchillo para su garganta, Mercedes Grau considera a su emprendimiento un éxito. «Algo que tengo la intención de mantener por muchos años más», afirmó.
Emprender en Venezuela
Para Mercedes Grau, el país está lleno de oportunidades. «Sin duda alguna, en los últimos años se cerraron muchas tiendas, se fue mucha gente, pero siguen existiendo espacios para hacer crecer un negocio», señaló. «Existen muchos vacíos que se están llenando con ideas y se están traduciendo en emprendimientos. La gente quiere buenos productos, quieren salir de sus casas y probar algo bueno… Es lo que nos merecemos», afirmó.
«A todo el mundo que me pregunta, siempre les digo: no me vean ahora y piensen que todo eso fue de la noche a la mañana. El trabajo ha sido tremendo; han sido años muy duros pero lo que nunca me ha faltado es la constancia. Tiene que haber confianza en lo que se está haciendo. Tu producto lo vale y eso también se traduce en ofrecer un producto de la mejor calidad. Hay que cuidar a los clientes a través de cada cosa que hagas. Hay que echarle pichón; sin descanso y con mucho amor», finalizó.
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