Según revela un nuevo estudio publicado el pasado jueves (23.03.2023) en la revista Science, nuestra capacidad de sentir con los demás podría remontarse a tiempos antiquísimos y podría estar arraigada en grupo más antiguo de los vertebrados, los peces.
En su trabajo más reciente, el equipo del Instituto Gulbenkian de Ciência (IGC) dirigido por Rui Oliveira ha tratado de entender si, al igual que los humanos y otros mamíferos, el pez cebra necesita oxitocina para adoptar las emociones de los demás. Los investigadores observaron que cuando un pez sano ve a otro parecido en peligro, refleja su comportamiento, mientras que un pez con alteraciones genéticas en la oxitocina o en sus receptores sigue su rumbo incluso cuando ve a sus congéneres en peligro.
La oxitocina no es el único factor común
«Nos dimos cuenta de que estos observadores se acercan al banco en peligro incluso cuando vuelve a nadar normalmente, mientras que los peces mutados prefieren estar cerca del grupo que siempre había estado en un estado neutral. Esto significa que, a través de la oxitocina, el pez cebra decodifica e imita el estado emocional detrás de los movimientos del banco vecino y comienza a comportarse de manera similar», dicen los expertos.
Este «contagio emocional» provocado por la oxitocina es muy similar a los procesos neuronales de los humanos cuando sienten empatía. Sin embargo, no es el único factor común entre peces y humanos en cuanto a la empatía. «Para reconocer y emparejar emociones, el pez cebra utiliza áreas del cerebro equivalentes a algunas de las que los humanos también utilizan para este fin», explica Rui Oliveira. El estudio también mostró que los peces cebra prestan más atención a los peces que estuvieron estresados, una conducta que los investigadores dicen equivale a como si los consolaran.
Los hallazgos ayudan a comprender cómo afectan las emociones de los demás y cómo esto moldea el bienestar y el de la sociedad.
Con información de DW.