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jueves, septiembre 19, 2024

La velocista afgana Kimia Yousofi levanta la voz por las mujeres y niñas de su país

Para tener una idea de la verdadera carrera que corre la única mujer afgana en la prueba olímpica de pista, sólo hay que mirar la parte trasera de su dorsal. En él, escrito a mano, estaban las palabras escritas así: “Educción” y “Nuestros Derechos”.

Las mujeres y las niñas de Afganistán han sufrido enormemente desde que los talibanes tomaron el control del país natal de Kimia Yousofi en agosto de 2021. Un informe de las Naciones Unidas del año pasado afirmó que el país se ha convertido en el más represivo del mundo para las mujeres y las niñas, a quienes se les priva de prácticamente todos sus derechos básicos.

“Creo que siento una responsabilidad por las chicas afganas porque no pueden hablar”, dijo Yousofi el viernes después de terminar última en su serie preliminar de 100 metros.

Su sprint de 13,42 segundos por la pista no fue el objetivo principal de este viaje. La historia de Yousofi fue una ilustración vigorizante de que estos viajes a los Juegos Olímpicos no siempre se tratan de ganar o perder.

“No soy una persona política, sólo hago lo que creo que es verdad”, dijo Yousofi. “Puedo hablar con los medios. Puedo ser la voz de las niñas afganas. Puedo decirle a la gente lo que quiere: derechos básicos, educación y deportes”.

Antes de que ella naciera, los padres de Yousofi huyeron de Afganistán durante el anterior régimen talibán. Ella y sus tres hermanos nacieron y crecieron en el vecino Irán.

En 2012, cuando tenía 16 años, Yousofi participó en una búsqueda de talentos para niñas inmigrantes afganas que vivían en Irán. Más tarde regresó a Afganistán para entrenarse con el objetivo de tener la oportunidad de representar al país en los Juegos Olímpicos de 2016. Estos son sus terceros Juegos.

Pero después de que los talibanes volvieran a tomar el control de su país, cerca del comienzo de los Juegos de Tokio, se mudó a Australia con la ayuda de las autoridades de ese país y del Comité Olímpico Internacional. Ha estado viviendo en Sydney, tratando de mejorar su inglés. Cuando regrese, comenzará a buscar trabajo.

Si hubiera buscado uno, casi con certeza se habría ganado un lugar en el equipo olímpico de refugiados diseñado para atletas desplazados como ella.

Pero ella quería representar a su país, con sus defectos y todo, con la esperanza de que este viaje a los Juegos Olímpicos ayudara a arrojar luz sobre el modo en que se trata a las mujeres allí.

“Esta es mi bandera, este es mi país”, dijo. “Esta es mi tierra”.

Con información de agencias.

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