Por: Francisco Delascio Chitty
Frecuentemente son los casos donde los goces del amor se combinan con el paladar. En estas circunstancias, muchas féminas se asemejan no solo a las mitológicas Ménades, sacerdotisas del Rey Baco, que semidesnudas en los festines, entraban en frenesí y daban muerte a los hombres, sino también a las cerbatanas. El macho de la cerbatana caza una presa y hasta puede envolverla en el pétalo de una flor, para luego restregarlo entre los filamentos glandulares de sus patas anteriores, y así aderezado el tentador bocado lo ofrece a su hembra. Lo que busca el macho al cortejar de este modo a su conquista, es ni más ni menos, que salvarse de ser comido. Y mientras que la frágil “dama”, degusta la ofrenda recibida, el macho da apresurado cumplimiento a su deseo. Las cerbatanas son insectos Ortópteros, de la familia Mantidae. Su nombre técnico es Mantis religiosa. Dicha denominación alude a la curiosa actitud que adopta este insecto al levantar la parte anterior del cuerpo y juntar el primer par de patas, de modo tal, que parece estar orando. Por dicha postura, se le conoce también como: Santa Teresa, Campanero, Ruega a Dios o Adivinador. Su cuerpo presenta por lo general una forma alargada y esbelta, y suele llevar la porción anterior algo levantada. Su coloración es verde, pajiza o achocolatada, según la planta en que viva. Algunos mántidos del África, como el “espectro diabólico” poseen una vistosa colaboración y su cuerpo se asemeja a una orquídea, hacia la cual acuden incautamente otros insectos, que luego son devorados. La cabeza es muy visible y movible, de forma triangular, con dos grandes ojos compuestos, que por su ubicación y movimientos, le confieren una expresión de inteligencia e intención escrutadora. Tan es así, existe la creencia de que si alguien le pregunta por su camino, la cerbatana por el movimiento de una de sus patas delanteras, lo indica; o si se le dice “Cómo está tu maicito”, la cerbatana, restregando las patas delanteras, expresa su satisfacción. Ellas poseen seis patas, de las cuales las cuatro posteriores son ambulatorias (sirven para caminar), y las dos anteriores están formadas por largas caderas, fémures robustos y espinosos al igual que su tibia espinosa, que pueden replegarse sobre el fémur. Estas patas constituyen un mortal aparato de caza, y a la vez, son análogas a los brazos del hombre, mostrando semejanza en su estructura general y en su función, ya que le sirven para manipular y atrapar cosas. Los mántidos son considerados unos de los insectos más poderosos, agresivos y voraces, la ferocidad de ellos es tal, que las larvas sin alas se atacan entre sí al salir del huevo; y las larvas hembras ya se comen a los machos, que son de menor tamaño. Estos insectos presentan una gran paciencia, cachaza y destreza para la caza. Con sus patas anteriores abiertas se lanzan rápida y seguramente sobre su presa, la cual queda empalada e inmóvil, clavada entre las numerosas espinas que presentan dichas patas. Luego es devorada viva a bocados, que el mántido va llevando a su boca con una actitud de crueldad y deleite casi humano.